En mayo de 2020 entre los cerca de 14,000 habitantes de Joquicingo, Estado de México, no había un solo caso de coronavirus. El año pasado, según el registro civil local, acabaron muriendo siete personas por Covid-19 y otras 26 por “probable coronavirus” y enfermedades respiratorias. Los testimonios de 15 personas, los más de 200 pacientes que ha atendido un doctor del pueblo, un cementerio colapsado donde las familias cavan sin control las tumbas de sus difuntos y la falta de certificados de defunción, muestran que desde el levantamiento de las restricciones la dimensión de la pandemia ha sido mucho mayor que las cifras de las autoridades.
Por Miguel J. Crespo
|