Durante seis años, los equipos de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad y de Transparencia Mexicana hemos trabajado para dar seguimiento a la evolución de las políticas de integridad de las empresas, usando como punto de referencia la reforma a la Ley General de Responsabilidades Administrativas y al Código Penal Federal. Estas modificaciones partieron de la premisa de que las empresas deben contar con un algún código o norma interna que regule sus operaciones en materia de ética, integridad y anticorrupción. Este proyecto de seguimiento se llama Integridad Corporativa 500 (IC500).

Alienta ver avances constantes en las puntuaciones que obtienen las empresas en la evaluación que realizamos sobre la existencia y publicidad de sus políticas de integridad. Sin embargo, siempre hemos tenido la certeza de que esta evaluación constituye apenas el piso mínimo que toda empresa debería cumplir. Y es que el índice IC500 está alineado con la normatividad vigente en México y otros países, lo que de ninguna manera significa que sea la meta final o el máximo deseable en materia de integridad corporativa. 

Esto significa que las empresas que según la revista Expansión forman parte de la lista de las quinientas más grandes de México, junto con todo el sector privado, todavía tienen muchos espacios de oportunidad para demostrar otros esfuerzos, prácticas, procesos o herramientas pueden implementar para garantizar que su operación no sólo cumpla con la Ley, sino que trabajan apegados a altos estándares éticos, al tiempo que son rentables y prósperas. 

IC500 evalúa 28 elementos de las políticas de integridad que están publicadas en las páginas de las empresas. De acuerdo con cuántos de estos elementos cumple, la metodología de IC500 asigna un puntaje entre 0 y 100 puntos en donde una calificación más alta indica mejores niveles de calidad y publicidad de sus políticas de integridad.

Este año, IC500 organizó los reactivos que evalúa en cinco componentes que describen los aspectos que deben considerar las políticas de integridad: Declaración de principios, relaciones con terceros, capacitación y alcance, sistema de denuncia y disponibilidad de información.  Con la escala de 0 a 100 puntos, las empresas pueden saber en una cifra el nivel de avance que tienen sus políticas internas en cada uno de estos componentes evaluados.

En el promedio de las 500 empresas evaluadas, los dos componentes que obtienen el menor puntaje son Relaciones con terceros (63.5) y Capacitación y alcance (66.5). El primero incluye las medidas que asume la empresa con proveedores, clientes, actores políticos y sociales; mientras que el segundo describe las acciones que toma la empresa para dar a conocer sus políticas entre todos sus colaboradores y cómo los capacita para poder aplicarlas.

Esta evaluación permite que las empresas pueden realizar esfuerzos adicionales para el proceso de implementación de sus documentos de integridad, así como identificar potenciales mejoras a sus prácticas, al tiempo que se vuelven innovadoras en términos de las reglas que pueden ir definiendo para su propia gobernanza. 

Existe  una amplia variedad de recomendaciones sobre temas de cumplimiento corporativo, además de IC500, que ofrecen herramientas a las empresas para prevenir acciones de corrupción en su interior. Un ejemplo de estas recomendaciones son las propuestas de la firma con fines de lucro Ethisphere. Esta compañía ha publicado algunas de las prácticas clave de las empresas que considera como las más éticas a nivel global. La mayoría de estas prácticas están vinculadas con las relaciones de la empresa con su cadena de valor y con las acciones de capacitación al interior de la organización. Precisamente, los componentes con menor tasa de cumplimiento en promedio en la medición hecha por el IC50.

Imagen: Shutterstock
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Por lo que hace al componente de capacitación y alcance, destacan algunas de las prácticas que las empresas podrían implementar para generar mayor capacidad en materia de integridad corporativa:

  • La responsabilidad, por parte de las oficinas de cumplimiento, de mantener informados a los órganos de gobierno corporativo,  de forma sistemática y a través de reuniones regulares, sobre las condiciones que prevalecen en la empresa en materia de ética y cumplimiento.
  • Propiciar la integración de órganos de gobiernos que reflejen la diversidad de la propia empresa.
  • Involucrar a los órganos de gobierno en el diseño e implementación de las estrategias de ética y cumplimiento; es decir, que los directivos participen activamente en los entrenamientos y programas de capacitación como un mecanismo de reforzamiento para las medidas de integridad.
  • Diseñar modelos de capacitación continua y orientada al riesgo de cada uno de los roles de trabajo que integran a la organización. 

Por lo que hace al componente de relaciones con terceros, las empresas pueden replicar las prácticas de otras compañías para fortalecer sus normas internas en beneficio propio y de su cadena de valor. Estas prácticas pueden ser:

  • Involucrar a su cadena de valor en sus prácticas de ética y cumplimiento. Esto implica tomar medidas específicas como establecer ciertos requerimientos éticos para sus proveedores, así como ofrecer información propia a los clientes de la empresa.
  • Conocer la percepción que tienen las organización en su cadena de valor sobre sus prácticas de ética y cumplimiento.
  • Hacer pública la información sobre las acciones que la empresa toma en materia de ética y cumplimiento, así como los resultados de dichas acciones. 
  • Realizar autoevaluaciones para identificar las áreas que deben ser mejoradas respecto a sus prácticas de ética e integridad. 

Estas medidas son sólo un ejemplo que ilustra claramente que no es necesario inventar el hilo negro para dar pasos decididos hacia la integridad corporativa. Basta con establecer y cumplir procesos que permitan dar seguimiento a las prácticas que prevalecen en la empresa, para conocer mejor qué sí funciona, qué no es relevante y cuáles son los cambios que se deben hacer para que la operación sea eficiente, con apego a la normatividad y persiga los más altos estándares éticos. 

No está de más recordar que la ética y el cumplimiento en las empresas no es un lujo dentro de su operación diaria. Es una necesidad para garantizar certeza, continuidad y rentabilidad. 

Puedes consultar aquí el sexto reporte de Integridad Corporativa 500, elaborado por Transparencia Mexicana y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.


Carla Crespo, Abogada, colaboradora de Transparencia Mexicana y emprendedora en temas de activación física