En la bodega número 1 del Superissste Coapa, ubicada en cerrada Tepetlapa 31 de la alcaldía Coyoacán, cientos de donativos acumulan polvo desde hace meses. Al entrar al lugar, el gerente nos aseguró que mantenían “dieciséis tarimas, que serán […] de tres a cinco toneladas” de víveres. Hay toda clase de productos. Hay comida y agua que podría no ser apta para su consumo cuando salga de la bodega. Y también hay productos no perecederos, como papel de baño o toallas sanitarias, en los que escondimos un dispositivo de rastreo.
Ese fue el escenario que temimos podría ocurrir cuando, cinco meses antes, decidimos ocultar rastreadores en despensas que enviamos a las damnificadas y los damnificados por el huracán Otis. Era un proyecto para el pódcast “Qué está pasando, con Sof y Juanjo” que comenzamos en junio de 2023. Recreamos la idea de la periodista Pamela Cerdeira, quién intentó rastrear los donativos que entregó para apoyar a personas damnificadas tras el terremoto en Turquía, en febrero de 2023, con un rastreador. Para nuestra sorpresa, así como los donativos de la periodista nunca llegaron a las manos que los necesitaban por el siniestro, los productos que donamos tampoco fueron entregados a las familias guerrerenses impactadas por el huracán. Es más, ni siquiera salieron de la Ciudad de México.
Entregamos dos paquetes con rastreadores. El primero, a finales de noviembre en la tienda Superissste Coapa; el segundo, el 4 de diciembre en el Superissste del Valle, en Avenida Coyoacán 521. En ambos casos, las tiendas todavía tenían un letrero en la zona de atención a clientes que indicaba que recibían despensa para las damnificadas y los damnificados de Otis. En la tienda de la colonia del Valle, incluso nos entregaron un recibo. En ningún caso nos comentaron que ya no estuvieran mandando víveres a la zona, ni que los fueran a guardar en una bodega por meses.
Monitoreamos los donativos durante semanas. Al inicio, la noticia seguía teniendo protagonismo en periódicos y noticieros, especialmente por decisiones como mantener a la ciudad como sede para la Convención Bancaria 2024 y el Abierto de Acapulco. Los medios también retomaron la promesa del presidente de que los guerrerenses no tendrían una “amarga” Navidad, y ocasionalmente fueron reportadas las protestas por las personas desaparecidas. Aunque la necesidad en el puerto seguía latente, toneladas de donativos no salieron de la capital. El único movimiento que eventualmente vimos fue el traslado de la despensa entregada en la colonia del Valle al Superissste de Coapa. Decidimos esperar hasta que se movieran, pero pasaron los meses y no hubo más movimiento. Nos parecía claro que esos productos no iban a llegar a las manos de las familias guerrerenses, pero entonces, ¿para qué los guardaban?
A mediados de abril, cerca de que se cumplieran seis meses del impacto de Otis, retomamos el caso. El sábado 20 de abril visitamos el Superissste en Coapa para intentar recuperar uno de los dispositivos, o al menos para ver dónde tenían guardadas las despensas. En el lugar, hablamos con cajeras, personal de limpieza y de seguridad. Algunos nos confirmaron explícitamente que las despensas estaban todavía ahí. En este primer intento, no pudimos constatarlo porque necesitábamos autorización del gerente, que no se encontraba en la tienda, para acceder a las bodegas.
Volvimos el martes 23 de abril. Platicamos con el gerente. Le contamos sobre nuestra investigación y le dijimos que queríamos recuperar el dispositivo. Nuestra interacción quedó grabada en audio y video, de modo que puede ser revisada en nuestro pódcast en Youtube y Spotify. El gerente nos explicó que originalmente hicieron dos envíos a Acapulco en noviembre y diciembre. Pero la cantidad de donativos bajó y las autoridades ya no enviaron más donativos, por lo que juntaron los productos de distintos centros de acopio y los almacenaron en Coapa.
Después nos acompañó a la bodega, ubicada en la parte posterior de la tienda. Es un espacio amplio y oscuro, con vigilancia que hace imposible entrar sin ser visto. La zona está dividida con rejas que resguardan las despensas. Cajas y más cajas con toneladas de productos emplayados. Al acercarnos a las despensas, pudimos afinar la localización del rastreador. El gerente nos ayudó a mover las tarimas con un patín. En cuestión de minutos, guiados por el sonido que emite el dispositivo, dimos con el paquete de toallas femeninas que habíamos entregado. Al sacar el rastreador, el gerente nos preguntó si no queríamos dejarlo para ver qué pasaba con los donativos. Le dijimos que no porque queríamos dejar registro de que recuperamos el dispositivo y todavía teníamos escondido otro dispositivo que nos permitiría seguir el rastro de las donaciones.
Nuestra investigación tuvo una amplia difusión en medios de comunicación; inclusive, hablamos en el programa de radio de Pamela Cerdeira en MVS. Desafortunadamente, el eco de los medios no sirvió para que el gobierno aclarara el destino de los donativos. A la fecha, las despensas fueron reubicadas a la bodega de la tienda Superissste Culhuacán, localizada en avenida Santa Ana 750, en la alcaldía Coyoacán. Están a menos de cuatro kilómetros de la ubicación en la que los encontramos hace tres semanas. Daremos a conocer futuros movimientos de las despensas en nuestro pódcast.
Saber dónde van a parar estas toneladas de víveres donados es importante. Resulta preocupante que el gobierno, una vez más, no transparente el manejo de donativos. Nuestro experimento, sumado al de Pamela Cerdeira, sugiere que no se trata de un hecho aislado. Más bien es una constante en la actual administración.
Una de las muchas marcas que ha dejado el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido la opacidad. Una investigación realizada por MCCI —la organización que cordialmente nos invitó a escribir estas líneas—, reveló que 72 % de las bases de datos no han sido actualizadas en al menos dos años. Este gobierno redujo el acceso a la información. En la oscuridad y sin herramientas de información suficientes para iluminar el camino, es difícil revisar hacia dónde nos está llevando. Estamos en un barco que bien podría ir a la deriva o estar atorado en una tormenta de corrupción e incompetencia, mientras la opacidad encubre a los responsables.
La falta de claridad afecta la supervisión de todas las áreas en las que opera el gobierno, desde decisiones de seguridad nacional, construcción de infraestructura o compra o manejo de temas de salud pública. Desde el destino de unas despensas, hasta la capacidad para identificar errores catastróficos o castigar actos de corrupción al más alto nivel, la transparencia y el acceso a la información son herramientas clave para que la ciudadanía pueda revisar y hacer rendir cuentas al poder político. La falta de claridad sobre las acciones gubernamentales para resolver los muchos problemas que enfrentamos, sumado a acciones que se alejan de las expectativas de la sociedad, como la de no entregar los donativos para personas afectadas, mina la confianza en el gobierno. Esto puede tener severos efectos sobre la propia capacidad del gobierno para atender esos problemas.
La falta de confianza es peligrosa. Desmotiva la participación ciudadana y concentra el poder en pocas manos. No se trata de dejar de participar, ni de dejar de ayudar cuando alguien lo necesite. Alternativas hay para hacer el bien, pero si al hacerlo podemos supervisar al poder y, desde nuestra trinchera, exigir que rinda cuentas, ponemos nuestro granito de arena para mejorar el país.