El primer día de abril aterrizó en el aeropuerto de Torreón un avión militar con casi 100 mil dosis de la vacuna Pfizer contra el Covid-19. Aunque eran lotes para repartir entre las principales ciudades de Coahuila, de entrada 81 mil 900 de esas dosis –según se informó—serían para aplicarse en adultos mayores de Torreón, cuya vacunación había comenzado unos días antes, el 27 de marzo.
Esas 81 mil 900 dosis se unían a otras 29 mil que habían llegado en el transcurso de marzo para iniciar la vacunación de quienes tuvieran 60 o más años. Con más de 110 mil dosis, Torreón garantizaba la aplicación de una primera inyección a todos los adultos mayores de la ciudad, y quedaría un sobrante considerable para poner refuerzos: según el Censo de 2020 en esa ciudad coahuilense viven 87 mil personas mayores de 60 años.
Casi un mes después de que se juntó esa cantidad de vacunas y se almacenaron en el Hospital Militar de Torreón, no se sabe qué ha pasado con las decenas de miles de dosis que sobraron de la campaña de inmunización de adultos mayores, pues los que recibieron la primera inyección hace tres semanas no han recibido el refuerzo, y ya pasó el intervalo más óptimo fijado por la farmacéutica Pfizer. Por si fuera poco, el 17 de abril llegaron otras 19 mil dosis de Pfizer.
Lo ocurrido en Torreón refleja en pequeña escala lo que pasa a nivel nacional, pues al domingo 25 de abril el gobierno federal había recibido más de 20 millones de dosis pero sólo había aplicado poco más de 16 millones. Las cifras bailan cada día, cuando la Secretaría de Relaciones Exteriores anuncia el arribo de nuevos cargamentos o la Secretaría de Salud da cuenta de las dosis aplicadas, pero nadie explica la diferencia o el por qué de la tardanza en aplicarlas.
El caso torreonense ayuda a ver cómo las decisiones del gobierno federal en torno a la inmunización contra el Covid-19 han sido opacas y discrecionales, situación que encima contradice el objetivo final de la campaña: poner la mayor cantidad de inyecciones lo más pronto posible.
En Torreón, las dos dependencias encargadas del proceso, la Secretaría de la Defensa Nacional y la Secretaría del Bienestar, permanecen en silencio sobre las decenas de miles de vacunas guardadas y por qué no se han aplicado.
Ni siquiera se sabe si esas vacunas todavía están en los congeladores del Hospital Militar pues no ha habido una verificación independiente de ese inventario.
Campaña desordenada
La aplicación de vacunas a adultos mayores de Torreón empezó el sábado 27 de marzo. Las llamadas brigadas “Correcaminos”, conformadas por elementos militares y “servidores de la nación” de la Secretaría de Bienestar, instalaron dos sedes que luego extendieron a tres.
Fue un proceso caótico y desorganizado, sin tomar en cuenta la geografía urbana. Una sede fue instalada en modalidad “drive-thru” con tan mal tino que provocó filas en las calles laterales de las dos vías rápidas más importantes de la ciudad, como si se hubiera ahorcado una parte del Circuito Interior de la Ciudad de México por poner un módulo de vacunación.
Asimismo, un módulo dual se instaló en otro punto de la ciudad, provocando filas de hasta 5 horas bajo el calor que en abril azota a la Comarca Lagunera. Como si en la delegación Miguel Hidalgo se hubieran instalado dos módulos, pero ambos en Polanco.
Y mientras en otras ciudades de tamaño similar, como Saltillo o Chihuahua, las brigadas aplicaban de 7 a 8 mil vacunas diarias para cubrir a sus adultos mayores en una semana, en Torreón el promedio de dosis fue menos de la mitad: 3,300 por día durante 18 días. Además, entre las quejas por la desorganización se reportó que no todos los que se registraron en la plataforma habilitada por el gobierno federal recibieron cita, por lo que muchos acudieron solo para enterarse que las vacunas del día se habían agotado.
El desorden fue tal que para el 12 de abril la Secretaría de Bienestar cerró el módulo de “drive-thru” con el argumento de que había bajado la afluencia de personas y dejó habilitado solo el módulo dual pero ni siquiera anunció con anticipación que había programado para ese día el final de la etapa de primera dosis para los de 60 y más años.
Desde las 6 de la mañana de ese 12 de abril, cientos de adultos mayores comenzaron a formarse pero a las 10:48 de la mañana los encargados gritaron “ya no hay vacunas”, después de aplicar apenas 1,300 inyecciones. La gente se empezó a retirar no sin antes manifestar su molestia de distintas formas verbales.
Los anuncios oficiales indicaban que no era cierto que no hubiera vacunas. Era un asunto de elemental aritmética: Si a Torreón habían llegado casi 111 mil dosis y hasta ese lunes 12 de abril se habían aplicado 58 mil 439, significaba que más de 52 mil seguían almacenadas.
Ante la molestia de la gente que quedó sin vacunarse, la Secretaría de Bienestar anunció que abrirían otra jornada, el martes 13, y que ése sería el último día, pero –otra vez– solo pusieron poco más de 1,300 inyecciones. En 18 días, se aplicaron 59 mil 813 dosis. Si en un inicio se dijo que se contaba con más de 110 mil vacunas, entonces en algún lugar había más de 50 mil dosis que alguien decidió no sacar.
La cantidad de vacunas aplicadas significó el 68 por ciento de la población de adultos mayores de Torreón. El porcentaje real de personas vacunadas con una dosis es un poco mayor porque se calcula que unos 5 mil habitantes más de Torreón fueron a municipios aledaños de las zonas rurales de La Laguna, donde la vacunación empezó antes con dosis de Astra Zeneca o Sinovac.
Ni la Secretaría de Bienestar ni el Ejército dieron a conocer qué pasaba con las vacunas sobrantes ni explicaron por qué no se estaba usando. Si el objetivo principal no es poner inyecciones en los brazos lo más pronto posible, tampoco han explicado cuál es el fin que realmente persiguen.
Refuerzo pendiente
En todo este proceso el gobierno de Coahuila estuvo excluido, pues no participó en las decisiones sobre la cantidad ni la ubicación de los puntos de vacunación, menos en la cantidad de dosis que se aplicaría cada día. El gobierno federal ni siquiera ha dado cuenta a autoridades del estado sobre el inventario de vacunas existentes en la ciudad, de acuerdo con fuentes de la Secretaría de Salud estatal.
Cuestionado sobre el excedente de vacunas, el delegado del gobierno federal en Coahuila, Reyes Flores Hurtado, envió un mensaje el 11 de abril, cuando era claro que quedaría un remanente. Es hasta ahora la única explicación que un funcionario federal ha dado sobre las vacunas guardadas. Desde entonces, funcionarios del gobierno federal y mandos militares no han respondido a peticiones de información.
Según Flores Hurtado, las dosis que habían sobrado se guardaron para que fueran los refuerzos a las 3 semanas de las primeras inyecciones aplicadas a adultos mayores.
“Ya no hay casi demanda de primera dosis y la reserva es de segunda dosis”, escribió. “Se aplicarán a la semana tres”.
Sin embargo, no lo lograron. El sábado de 17 de abril se cumplieron tres semanas de las primeras inyecciones de Pfizer a adultos mayores en Torreón. Ese día no sólo no se había aplicado un solo refuerzo, ni siquiera se había anunciado cuándo iniciarían.
En otras palabras: 51 mil dosis siguen sin aplicarse para la segunda dosis a los adultos; y apenas unas cuantas de ellas se han aplicado a trabajadores de la salud de Torreón, que montaron protestas porque no habían recibido la vacuna. No era solo personal de clínicas privadas, también de hospitales públicos que se habían quedado fuera de la primera ronda a principios de año. Ante la insistencia de autoridades estatales, unas 3 mil dosis han sido sacadas de ese inventario para inyectar a personal médico.
Encima, ese mismo 17 de abril llegaron a Torreón otras 19 mil 800 dosis de Pfizer y también fueron directo al congelador. En paralelo, el día 20 arrancó en la ciudad la vacunación de maestros, por lo que las brigadas fueron asignadas a esta nueva campaña y no había suficiente personal para mantener dos operativos al mismo tiempo, uno para maestros y otro para los refuerzos de adultos mayores.
Para el 23 de abril, más de 20 mil maestros habían sido vacunados en 4 días. El promedio de 5,100 dosis por día es 54 por ciento más que el logrado con los adultos mayores. La campaña de los maestros fue organizada por el Ejército y la Secretaría de Educación de Coahuila. La de los adultos mayores estuvo a cargo de la Secretaría de Bienestar.
Concluida la vacunación de maestros en Coahuila, resultó que también sobraron dosis, en este caso unas 10 mil en todo el estado, cuyo destino es incierto. Son dosis de CanSino, que no requieren refuerzo, pero el Ejército no informó si las aplicarán en otros grupos o si serán enviadas a otras ciudades.
Mientras tanto, el martes 27 de abril los primeros adultos mayores que recibieron la Pfizer cumplieron un mes de la aplicación de las primeras dosis sin saber cuánto les tocaría el refuerzo, pues permanecía el misterio de las 50 mil vacunas guardadas.