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Ciudad de México, a 27 de enero del 2017

Transparencia Internacional (TI) publicó ayer el Índice de Percepción de la Corrupción 2016 que nos dice cosas que ya sabíamos, pero con mayor crudeza: la corrupción en México nos está llevando en una espiral de deterioro institucional y social que amenaza, como ningún otro fenómeno interno o externo, nuestras oportunidades de desarrollo.

 Además de la menor calificación, el desastre se agudiza cuando vemos nuestra posición relativa. En 2008, México estaba en el lugar 72 y para 2015 había acumulado 23 posiciones perdidas hasta llegar al sitio 95. En este nuevo reporte, México cayó en un solo año, otros 28 lugares y ocupa ahora el 123, entre 176 países.

Con respecto al año pasado, la calificación de México cayó de 35 a 30 puntos en una escala de 0 a 100, donde 100 es ausencia total de corrupción. De acuerdo a TI, cualquier calificación por debajo de 50 significa que el gobierno ha fracasado en el combate a la corrupción. En 20 años de medición del índice, México nunca se ha acercado ni siquiera a los 40 puntos.

¿Necesitábamos que Transparencia Internacional nos dijera la gravedad del asunto? Probablemente no. Es una realidad que nos confronta todos los días. Sin embargo, este índice le habla al mundo. A los inversionistas que Trump quiere mantener en Estados Unidos. A las contrapartes con las que tenemos que sentarnos a negociar nuevas oportunidades comerciales. A los países que consideren aumentar sus flujos de cooperación internacional ante el posible recorte de los que recibimos de EUA.

A pesar de ser la economía número 15 del mundo, México dista mucho de ser un país que pueda discutir con los países de la OCDE como si fueran pares. Turquía, el país de este bloque que menos delantera nos lleva, está en el lugar 75.

Por su parte, Canadá y Estados Unidos ocupan los lugares 9 y 18 con 82 y 74 puntos, respectivamente. ¿Qué ambiente de negocios podemos ofrecer a sus empresarios si queremos discutir sobre libre comercio? La misma corrupción que han conocido durante los 20 años del TLCAN, no menos. Tal vez más.

Si nos comparamos con los países de América Latina, con quienes compartimos una historia parecida en cuanto al desarrollo de nuestras instituciones, nos encontramos solo por arriba de Guatemala, Nicaragua, Haití y Venezuela. A pesar de que los grandes escándalos de corrupción (Guatemala, Brasil, Panama Papers) afectaron en general los resultados de la región, México fue el país que tuvo un mayor retroceso.

¿Queremos competir con Brasil, India y China? Los tres tienen 40 puntos, todos en el lugar 79. Si buscamos pares, tenemos que compararnos con con Azerbaiyán, Irán y Sierra Leona.

Al parecer, la creación del Sistema Nacional Anticorrupción poco sirvió para mejorar la percepción sobre la voluntad política y la capacidad del Estado mexicano para abatir este problema. Si el Sistema no empieza a dar resultados claros en los próximos meses, 2017 será otro año perdido, de esos que nos gusta desperdiciar esperando a que llegue la consolidación democrática, a que «estemos listos» para ejercer una ciudadanía más plena.

Una semana de órdenes ejecutivas del presidente Trump debe ser suficiente para entender que estamos ante un nuevo mundo, un nuevo orden. Que no cabe la autocomplacencia o el optimismo injustificado. Que si México no actúa a la altura del reto, puede enfrentar un duro retroceso que lastimará más a quienes menos tienen.

El enemigo está en casa.