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Predicar con el ejemplo es pieza clave del liderazgo responsable en tiempos de crisis

El ejemplo del líder importa. Es cierto en democracia y también al interior de las empresas: demuestra que nadie está por encima de las reglas ni de los demás.

A casi tres años del inicio de la pandemia, podemos asegurar que el mundo no es el mismo que conocíamos. Nos hemos debido adaptar a una nueva realidad, dejando de lado muchos de nuestros hábitos y cambiando nuestra forma de desenvolvernos en sociedad. La pandemia es un ejemplo claro de que los cambios son una constante, algunos más drásticos que otros. Es también una muestra de que, para enfrentarlos, no es suficiente mostrar resiliencia, sino que se requiere contar con líderes conscientes, capaces de guiar el camino de manera ágil, comprometida, empática, inspirando confianza y con una visión de largo plazo.

Es justamente en esos momentos excepcionales de cambio cuando se pone a prueba la autenticidad y congruencia de nuestros líderes y se puede constatar fehacientemente si están a la altura de las circunstancias. ¡Y vaya que nos hemos llevado unas cuantas sorpresas en tiempos recientes! No han sido pocos los líderes mundiales cuyo liderazgo y gestión durante la pandemia ha sido cuestionado, poniendo en entredicho su rectitud moral.

En México, el 11 de enero pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador sostuvo su acostumbrada conferencia de prensa “Mañanera” en Palacio Nacional. Lo hizo sin mascarilla, a pesar de mostrar algunos síntomas, e informando horas más tarde a la población que su prueba de covid-19 era positiva. Esta situación contrastaba de manera significativa, con las instrucciones que su gobierno había dado a la población de (i) usar la mascarilla para no exponer a otros; (ii) en caso de presentar síntomas, asumir que se estaba contagiado y quedarse en casa; y (iii) no realizarse prueba covid-19 en esos casos.

Y qué decir de Boris Johnson, el Primer Ministro británico, quien hoy se encuentra bajo el escrutinio público al admitir ante el Parlamento su presencia en una fiesta realizada en mayo de 2020 en Downing Street —la sede del gobierno inglés— durante uno de los momentos más duros de la pandemia. La polémica confesión fue el preámbulo de un nuevo escándalo, cuando se supo de otras dos fiestas realizadas en abril pasado. Es decir, mientras el Reino Unido sufría los embates de la pandemia, el Primer Ministro asistía con total descaro a fiestas en franca violación a las reglas de aislamiento impuestas y exigidas al resto de la población.

Pero los líderes que han dejado qué desear no sólo son mandatarios, sino que también encabezan sindicatos y otras asociaciones; son ídolos musicales o deportivos, educan en instituciones educativas o en casa y, en especial, ocupan cargos directivos en empresas. Es en este último grupo, en las y los líderes del sector empresarial, nos gustaría enfocarnos para fines de este artículo.

A pesar de que los casos de los mandatarios mexicano y británico nos proporcionan valiosos recordatorios para quienes operamos en el mundo empresarial sobre la importancia de liderar con el ejemplo, hemos notado desafortunadamente que se han presentado comportamientos similares en el sector empresarial durante la pandemia, que ameritan un momento de reflexión. A este respecto, les compartimos dos prácticas que, como consultoras, hemos notado en estos tiempos de pandemia en algunas organizaciones, con un profundo impacto que nos parece que hasta ahora ha sido subestimado.

Una práctica frecuente consistió en la de aquellos líderes que —aún en los peores momentos de la pandemia— ordenaron el regreso de los empleados a la oficina (algunas veces sin las debidas medidas de prevención) mientras ellos seguían trabajando de forma remota, inclusive desde lugares vacacionales o de descanso. Por otro lado, conforme hemos retomando actividades económicas presenciales y regresado a la normalidad, es muy probable que les haya tocado participar en reuniones de trabajo donde todos los presentes usan mascarilla, salvo las personas de mayor rango. Estas prácticas, por absurdas e irracionales que parezcan, suceden frecuentemente, como si el nivel o cargo eximiera del cumplimiento de las normas internas o les brindara un escudo de protección frente al virus.

El problema de estas prácticas no es solo la conducta en sí, ni la imposición de medidas correctivas o sanciones disciplinarias. En nuestra opinión, el efecto más dañino que producen estas prácticas tiene que ver con el mensaje no-escrito que se manda al resto del grupo, a saber: falta de equidad, compañerismo, solidaridad y empatía. Asimismo, conlleva a un deterioro en la gestión y retención del talento humano en la empresa.

No olvidemos que un líder debe ser un role model: un modelo a seguir para el resto de los integrantes de una organización. Tiene la enorme responsabilidad de procurar que sus comportamientos estén alineados en todo momento con las reglas definidas, pero sobre todo con los valores que sirven de cimiento al propósito empresarial. Un líder que se comporta de manera incongruente con las reglas y valores de la empresa, debilita significativamente el tejido cultural de la organización, crea un ambiente de desconfianza y genera resentimiento y frustración.

Sin duda, la pandemia de covid-19 ha planteado desafíos importantes que han demandado que las empresas y sus líderes actúen de manera íntegra, responsable y con un profundo respeto a los derechos humanos.

Con el renovado auge de los modelos de capitalismo consciente basados en la construcción de relaciones sólidas y transparentes con todos los grupos de interés, se requieren líderes responsables y éticos. Estos dos elementos llaman a los directivos a ser congruentes con lo que profesan, demostrar con su ejemplo que nadie está por encima de las reglas y de los demás y que las formas importan tanto como el fondo. ¡Un líder debe ser y parecer!

Como mencionamos en un inicio, los cambios son una constante y, en ocasiones, detonan situaciones de crisis que deben ser gestionadas con estrategia y esmero, pero también con profunda responsabilidad, compromiso e integridad. La próxima vez que enfrenten una situación de crisis corporativa durante el resto de la vigencia de la pandemia, o con posterioridad, los invitamos a plantearse estas preguntas: ¿Qué tipo de ejemplo desean dar? ¿Es ese comportamiento auténtico y congruente con los valores de la organización? ¿Qué acciones tomarán para inspirar y conducir a la gente a actuar, así como a levantar la moral? Recuerden que lo que hagan, cuándo lo hagan y, especialmente, cómo lo hagan tendrá un impacto directo en la efectividad para manejar la situación de crisis, así como en las vidas de quienes contribuyen con su trabajo y esfuerzo al éxito de la organización.

Todos somos agentes de cambio. Por eso, no podemos ser meros observadores de malas prácticas y callarlas. Dejemos de ser cómplices pasivos de nuestro entorno y seamos protagonistas del futuro. Todos  podemos o somos líderes en algún ámbito de nuestras vidas. Tomémoslo en serio.

Daniela Ortega 

Socia de LEC, Litigio Estratégico y Compliance, S.C.

Susana Sierra

CEO de BH Compliance

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