El 29 de enero, Transparencia Internacional (TI) dio a conocer —como cada año— el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC). La noticia fue pésima: México de nueva cuenta redujo su calificación y cayó algunos lugares en el ranking. Pareciera que de nada han servido los esfuerzos de los últimos años por combatir la corrupción, las investigaciones periodísticas, el surgimiento de organizaciones de la sociedad civil, la importancia que ha ganado este tema en la opinión pública. Ahora bien, antes de dejarnos vencer por el desánimo, es necesario hacer algunas aclaraciones.
El IPC recoge la opinión de un grupo selecto de expertos y ejecutivos de negocios a partir de 12 encuestas e índices para elaborar un indicador compuesto que ordena a 180 países y territorios por su nivel percibido de corrupción usando una escala de 0 a 100 puntos, en donde 0 es muy corrupto y 100 es muy limpio. Si bien, el índice es levantado desde 1995, su metodología fue modificada en 2012 para hacer comparaciones de un año a otro. Comparar a través de los años el puntaje de los países antes de 2012 no es válido.
Hay que enfatizar que no sirve de nada comparar el puntaje de cualquier país de un año al siguiente para hacer inferencias sobre su nivel de corrupción. Es necesario recordar que los resultados del IPC son reducciones simplistas de fenómenos muy complejos que suceden en cada uno de los países e involucran modificaciones legales, cambios institucionales, escándalos públicos, entre otras variables. Sin embargo, estudios como éste son de gran utilidad para aportar información a comunidades no especializadas en el tema y para hacer comparaciones entre países.
Pequeños cambios, como el reportado por México de 2017 a 2018 de apenas un punto, pueden deberse a ajustes metodológicos de las fuentes con las que se construye el IPC y no son estadísticamente significativos. Además, también es relevante considerar factores a corto plazo como escándalos mediáticos, que pueden tener impacto en la percepción sobre la corrupción sin que ésta haya aumentado. Por ejemplo: Brasil perdió dos puntos de 2017 a 2018, al pasar de 37 a 35. Descartando que se trate de un ajuste estadístico, es probable que esta reducción se deba a hechos ocurridos antes del 2018. La destitución de la presidenta Dilma Rousseff o el escándalo de la empresa Odebrecht pueden explicar este descenso más que cualquier evento ocurrido durante 2018.
Esto no implica que el IPC no sirva para nada. El índice es una valiosa herramienta: la corrupción percibida es una buena aproximación para la corrupción real. Medir la corrupción objetivamente es muy difícil, por no decir imposible, dada su naturaleza oculta; por ello, medir la percepción es un método de bajo costo. No se trata de un ejercicio hecho a la ligera pues existe una fuerte correlación entre la percepción y medidas un poco más objetivas, como las multas de tránsito del cuerpo diplomático en Estados Unidos.
Otra razón en favor de este tipo de mediciones es que la percepción del nivel de corrupción en un país puede determinar si los costos morales son altos o bajos. Es decir, en países donde es percibida más baja la corrupción puede resultar muy costoso para las personas cometer un acto de corrupción y terminarán optando por no hacerlo. En cambio, si la corrupción es percibida como muy alta, las personas pueden racionalizar que no pasa nada —no hay sanción social— si cometen o no un acto de corrupción.
Corrupción y democracia
En alguna conferencia, escuche al doctor Robert Rotberg decir que la corrupción era parecida a una planta pirófila que destruía al ambiente en el que crecía para luego aprovecharse de los restos. En sintonía con esta comparación, el investigador del MIT Jetson Leder-Luis apunta que mayores niveles de corrupción percibida por los ciudadanos disminuye la confianza que tienen en el gobierno y el apoyo al sistema democrático.
En un sentido similar, TI señala que los malos resultados que tienen los gobiernos en el control de la corrupción están contribuyendo a una crisis de las democracias en el mundo. Para explorar esta hipótesis, puede ser ilustrativo comparar el puntaje de cada país en el IPC con el índice de democracia, elaborado por la Unidad de Inteligencia del semanario The Economist. Al hacerlo con los datos de 2017, fue encontrada una fuerte correlación: los países con un alto puntaje en el índice de percepción de la corrupción tienen también un alto puntaje en el índice de democracia y viceversa.[1]
Resultados del IPC 2018
Hechas todas las aclaraciones, podemos revisar con más tranquilidad los resultados del reporte presentado hace un par de días.
El promedio de los 180 países es de 43 puntos sobre 100; apenas uno de cada tres países obtuvo más de 50 puntos. Los países con puntaje más alto fueron Dinamarca (88 de 100) y Nueva Zelanda (87 de 100); mientras que los más bajos fueron Somalia (10), Siria (13) y Sudán del Sur (13).
Al comparar por grandes regiones del mundo, encontramos que en promedio los países que pertenecen a la Unión Europea obtienen los resultados más altos, mientras que los países del sur de África, Asía Central y Europa del Este reportan los puntajes más bajos. Los países de Asía en el Pacífico y los de América tienen promedios muy similares (alrededor de los 43 puntos) y los países de Medio Oriente están un poco por debajo de éstos últimos.
Al extender el análisis a años anteriores, las regiones tienen comportamientos similares a los reportados en 2018 aunque es posible reconocer un ligero incremento en el promedio de los países de Asía del Pacífico de 2012 a la fecha, que fue suficiente para alcanzar el promedio de los países americanos.
Desde 2012, 20 países han mejorado significativamente su puntaje. Sobresalen los casos de Myanmar, que subió 14 puntos para quedar en 29 de 100; Bielorrusia, que subió 13 puntos para quedar en 44; e Italia que ganó 10 puntos para quedar en 52. En contraste, 16 fueron los países que han empeorado de manera significativa: La isla de Santa Lucía, que perdió 16 puntos y quedó en 55; Baréin, que perdió en 15 puntos y quedó en 36; y Siria, que perdió 13 puntos y quedó en 13. México está entre los países que han disminuido de manera significativa su puntaje al perder seis puntos.
La mayoría de los países han tenido poco o ningún progreso en siete años. Entre 2012 y 2018, la percepción de corrupción a nivel global ha permanecido igual, aunque es importante recordar que la tendencia de las percepciones tiende a modificarse con lentitud.
El caso de México
México obtuvo 28 puntos de 100 en 2018 y ocupó el lugar 138 de 180 países. Desde 2012, ha perdido 6 puntos y ha descendido 33 posiciones. La siguiente gráfica compara a México con otros cuatro países que tenían una calificación similar en 2012.
Grecia y Argentina han obtenido mejores puntajes en años recientes, mientras que Madagascar y México han registrado menores puntajes. Colombia por su parte se ha mantenido estático. Sin duda, explorar las medidas tomadas por los primeros dos países en los últimos años pueden revelar lecciones de las que México pueda aprender para disminuir sus niveles de corrupción. También puede ser útil investigar otras hipótesis tales como el impacto del crecimiento económico o resultados electorales en los índices de percepción de corrupción.
Qué hacer entonces
Combatir la corrupción demanda trajes hechos a la medida para cada país. No obstante, existen recomendaciones genéricas que pueden ser efectivas independientemente del contexto en que se inscriban. Transparencia Internacional ofrece cuatro:
- Fortalecer las instituciones y preservar los contrapesos.
- Disminuir la brecha entre la legislación anticorrupción y su aplicación.
- Empoderar a la ciudadanía para levantar la voz y llamar al gobierno a cuentas.
- Proteger la libertad de prensa.
El estudio, mapas y base de datos están disponibles aquí.
Agradezco especialmente a Manuel Toral por su apoyo en la elaboración de este artículo.
Ricardo Alvarado es investigador en Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad y editor de este blog.
Fuentes Consultadas:
DeBacker, Jason & Heim, Bradley T. & Tran, Anh, 2015. «Importing corruption culture from overseas: Evidence from corporate tax evasion in the United States,» Journal of Financial Economics. Disponible en https://bit.ly/2HEpgLu, consultado el 30 de enero de 2019.
Leader-Luis, J. (2017, 10 de febrero) The 2016 CPI and the value of corruption perceptions. Disponible en https://bit.ly/2sWYYtt, consultado el 30 de enero de 2019.
Stephenson, M. (2019, 29 de enero) A reminder: year to year CPI comparisons for individual countries are meaningless, misleading and should be avoided. Disponible en https://bit.ly/2CRt71X, consultado el 30 de enero de 2019.
[1] Los datos considerados para la gráfica son de 2017 para ambos índices pues aún no ha sido publicado el informe para 2018 del índice de Democracia.