Los vecinos de la Unidad Clavijero 25, en la Colonia Tránsito, vieron con terror cómo se tambaleaba el edificio que se ubica a sus espaldas durante el sismo ocurrido la noche del pasado martes 7 de septiembre.
Se trata del inmueble de siete niveles en Xocongo 225, que el Gobierno de la Ciudad de México abandonó hace 4 años y cuyo peritaje indicaba que debía demolerse tras los daños del temblor del 19 de septiembre de 2017.
Habitantes de este complejo narraron a Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) cómo desde hace cuatro años viven con temor de que este edificio, contiguo a sus viviendas, se colapse en cualquier momento.
Y es que solo una barda y apenas unos metros de distancia separan al edificio del lugar en el que habitan decenas de familias.
Un “armastote” que es una amenaza
A las 20:47 del siete de septiembre María de Lourdes García pensó que el edificio en ruinas de Xocongo 225, en la Colonia Tránsito, que estaba frente a ella se desplomaría. El sismo de 7.1 grados que sacudió la Ciudad de México puso a flor de piel el miedo más grande de la mujer de 64 años, quien desde el terremoto del 19 de septiembre de 2017 teme que los siete pisos de oficinas abandonadas del gobierno de la Ciudad de México se vengan abajo.
En el estacionamiento de la Unidad Clavijero 25, donde vive, pudo ver cómo se movía el “armatoste” gris, que sigue en pie a cuatro años de que un dictamen ordenara su demolición.
“Me quedé impresionada. El edificio era así: un vaivén. Todo se movía, desde abajo se podía ver cómo se movía. Dije: en cualquier rato se va a caer”, dice la vecina y confiesa que ese edificio es lo que más le asusta en el mundo.
Este edificio no es cualquiera; antes funcionaba como oficinas de la Secretaría de Salud de la capital y es propiedad del gobierno capitalino.
La jubilada recuerda que rocas, tabiques y vidrios salían disparados desde el inmueble y se estrellaban en los techos y pisos de los predios colindantes. No hay ninguna protección que impida que los pedazos caigan sobre las zonas colindantes.
Esa noche los vecinos de la unidad salieron aterrados de sus casas hacia la calle y el estacionamiento de la unidad. En un video tomado por ellos pudieron captar cómo se desgajaban pedazos del edificio que está frente a su unidad.
Luego del temblor más reciente, la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, dijo que se revisarían posibles daños. Sin embargo, cuando MCCI acudió al lugar pudo constatar que ningún funcionario se había presentado hasta el mediodía del 8 de septiembre para evaluar la situación. Sólo estaban un par de trabajadores reparando el zaguán de color negro que se cayó por el movimiento, por donde entraban los carros al estacionamiento del inmueble.
La zona no estaba acordonada y los peatones podían pasar frente al lugar sin ninguna obstrucción. Los vecinos tomaron sus medidas: horas después del sismo quitaron los coches que estaban estacionados frente al edificio, pues temían que se desplomara en sus carros.
Vivir en zozobra
Las ventanas del departamento de María de Lourdes García dan hacia el edificio en ruinas. Su departamento en la Unidad Clavijero 25 está en el sexto y último piso, por lo que tiene una vista clara de lo que pasa. “Es aterrador, es intimidante, preocupante. Estamos siempre con la zozobra de que en cualquier sismo, Dios no lo quiera…”
En la mañana siguiente del sismo sus manos estaban frías, su cuerpo también. Amaneció soleado, pero ella tenía frío aunque la abrigaba un suéter y una chamarra. Padece insomnio crónico desde hace años y a raíz del sismo del 19 de septiembre del 2017 su médico sumó a su receta de cajón Tafil, un antidepresivo. Sólo así los somníferos que ya tomaba le hacían efecto.
La jubilada tapa sus ventanas y trata de ignorar al edificio que amenaza con caer encima del departamento que compró hace siete años. “A veces trato de no hacer caso, de cerrar mis persianas y no ver. En la recamara donde yo me quedo también trato de cerrarlas porque no es nada alentador ver esto todos los días, pero hay ocasiones en que cuando llueve o hace aire el escuchar cómo se desploman los cristales sí es un sonido bastante aterrador”, cuenta.
Esa edificación no tiene protecciones hacia los edificios colindantes. No hay ni una malla para proteger a los vecinos de posibles derrumbes, de los vidrios rotos, o de los pedazos de tabique que caen cada que llueve o graniza, como proyectiles.
“Son cuatro años de espera, cuatro años de que no vemos cambios. No sé a quién haya que pedirle ayuda. Esto afecta a muchas familias (…) Unos días huyo, pero tengo que estar aquí, es mi casa y lo único que hago es encomendarme a Dios todos los días. ¿Qué más puedo hacer?”, se pregunta la vecina.
“Se mueve como papel”
Nancy Vargas ha vivido durante 16 años, casi la mitad de su vida, en uno de los edificios de la Unidad Clavijero 25.
El departamento que habita la mujer de 35 años de edad, en el quinto piso, también colinda con la parte de atrás del edificio en ruinas. “Estamos viviendo en peligro constantemente, o sea no solo es el sismo, sino los vientos, la lluvia, todo afecta y desmorona el edificio”, narró.
Desde el sismo del 2017, Nancy suele evacuar el edificio cada vez que tiembla. El martes, tras escuchar la alerta sísmica, salió de su departamento para dirigirse al área del estacionamiento del complejo habitacional. Pero regresó por su cubrebocas que había olvidado y escuchó de cerca cómo caían ventanas del edificio en ruinas a sus espaldas.
“Se mueve como papel, como papel y, le digo, o sea con lluvia o con viento, el edificio se desmorona, más ahora que ha estado lloviendo, yo creo que por la misma humedad, no sé, pero sí, se está desmoronando poco a poco”, explicó.
“Si tú lo observas cuando está temblando, haz de cuenta que se hiciera como papel, así, de verdad”, cuenta mientras representa con sus manos cómo se mueve de un lado al otro.
A Nancy le preocupa que ante el creciente daño que presenta y, siendo de mayor tamaño, pueda colapsar y afectar la unidad donde habitan.
“El edificio nos rebasa, está demasiado ancho y pues sí, sí es peligroso”, dijo. “Estamos muy cerca del edificio, no nos separa mucho”.
Tras alertar que no hay protección alguna, ni siquiera una malla que cubra el inmueble en ruinas, la vecina de la alcaldía Cuauhtémoc clama la intervención de las autoridades para demolerlo y acabar con el riesgo latente al que están expuestos.
“Desde el 2017 no han venido a poner protección o algo”, señaló. “Nos tiene en riesgo a nosotros.
“Que por favor ya programen”, pidió más adelante. “Estamos, pues sí, en peligro”.