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Feminicidas libres y el embudo de la impunidad

Nos están matando y a ellos, los feminicidas, los están liberando las fiscalías, los Ministerios Públicos, policías, peritos, jueces. Esta es la radiografía de un sistema judicial que “cobija” a los feminicidas y olvida la justicia para las víctimas.

Ilustración de Fabricio Vanden Broeck, cortesía de Nexos

El pasado 5 de febrero, Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), en alianza con la Plataforma Periodística para las Américas CONNECTAS, publicó una investigación que reveló las causas por las que se libera a presuntos feminicidas. El error no radica en que no encuentren a los responsables de los crímenes porque, aunque los tengan en sus manos, las autoridades judiciales han cometido los errores más increíbles a la hora de llevarlos a juicio. El embudo de la impunidad comienza cada que el cuerpo de una mujer asesinada de manera extremadamente violenta es encontrado. La indolencia del Estado ante la violencia de género arranca con la tipificación incorrecta.

De enero de 2012 a diciembre de 2018 fueron asesinadas de manera extremadamente violenta más de 12 mil mujeres en México. Al analizar las causas de muerte de cada uno de esos crímenes fue posible comprobar que al menos 2,600 de esos asesinatos violentos debieron ser contabilizados como feminicidios.

¿Cómo se asesinó a las mujeres que quedaron en el limbo de la impunidad? 65 mujeres fueron asesinadas a golpes; 554 más estranguladas; 72 mujeres fueron mutiladas; 71 más presentaron rastros de violencia sexual; 1,285 mujeres fueron asesinadas con un objeto punzocortante; 43 víctimas más fueron desangradas hasta su muerte; 13 mujeres fueron envenenadas o sus cuerpos fueron inmersos en sustancias químicas, y 43 más fueron calcinadas.

Pero eso apenas es un porcentaje de las muertes violentas. Además, las fiscalías de todo el país han contabilizado -en ese mismo periodo de tiempo- 3,056 feminicidios.

En un universo donde más de 15,000 mujeres fueron asesinadas de manera violenta, encontrar cuántos feminicidas están cumpliendo condenas por su crimen era el siguiente paso.

Un año de investigación y más de 600 solicitudes de acceso a la información fueron necesarias para descubrir a dónde lleva este embudo de impunidad. De los 3,056 feminicidios investigados como tales, las autoridades detuvieron en siete años a 1,732 sospechosos, pero sólo fueron condenados 739 feminicidas y 105 fueron declarados inocentes.

En las versiones públicas de las sentencias absolutorias se ocultaban las razones por las que las autoridades mexicanas no lograron sentenciar a los feminicidas. Quizás es por eso que no todos los estados del país quisieron hacer públicas sus carpetas. 

En los 18 expedientes de sentencias absolutorias que fueron transparentados se narra cómo la fiscalía no logró acreditar el feminicidio por razones como haber tomado declaraciones sin presencia de abogados o porque no se tomaron suficientes evidencias en la escena del crimen o del cuerpo de la víctima. Entre las sentencias absolutorias quedó registrada la historia de un Estado negligente. Los tenían y los soltaron. Por errores obvios  de la policía; porque no cuidaron la evidencia o ni siquiera la buscaron.

En México, el feminicidio no sólo es perpetrado por una persona, sino encubierto por todo el sistema de justicia en las entidades. El cual, lejos de proteger a la víctima, ha cuidado que las pruebas de sus errores queden ocultas en expedientes de absolución que se niegan a hacer públicos. A ellas las están matando; a ellos, a los asesinos, los están liberando. Entre las historias de impunidad se teje una red de incompetencia y negligencia que por cada archivo parece ser más aberrante.

Por ejemplo: el auto en el que una mujer fue asesinada por su pareja pasó tres años en un corralón de la fiscalía mexiquense sin que se tomaran huellas, muestras de sangre o de ADN. Los videos de las cámaras de seguridad del motel donde otra mujer fue violada y asesinada pasaron por varias manos antes de llegar a la policía, y por ello fueron invalidados como prueba. Un feminicida confeso fue retenido demasiadas horas por la policía, por lo que el juez anuló la confesión en la que ese hombre narró cómo asesinó a una mujer.

Esos son apenas algunos de los errores procesales por los que los jueces liberan a presuntos feminicidas; por los que las autoridades mexicanas han perdido los juicios, y por los que los asesinos de mujeres están en las calles.

En México el mensaje para quien asesine a una mujer es claro: no sólo puedes hacerlo, sino que además el Estado se encargará, con sus propios errores, de que quedes en libertad. Las mataron. Había pruebas que apuntaban al autor de ese crimen, pero los feminicidas quedaron libres. Aquí está el embudo de la impunidad. El que comienza con un feminicidio y acaba con un perdón. Esta es la autopsia de un sistema de justicia que a ellas las olvida y a ellos todo les perdona.


Valeria Durán (@Vally_Duran) es periodista miembro de la Unidad de Periodismo de Investigación de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.

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