RUSIA

Durante años, la identidad de los propietarios de la empresa luxemburguesa Felicity International S.A. fue secreta incluso para las autoridades francesas. En 2014, los investigadores escribieron a las Islas Vírgenes Británicas en busca de información sobre los accionistas fundadores de la empresa en el marco de una investigación sobre un fraude multimillonario.

Jonny Wrate, Daniela Castro, Luc Caregari (Reporter.lu)

Maxime Vaudano (Le Monde)

Lorenzo Bagnoli (IRPI)

Colaboradores:

Ruslan Myatiev (turkmen.news), Raul Olmos y Mauricio Rubí (MCCI), Mika Velikovsky (iStories), Amra Džonlić, Karina Shedrovsky, Kelly Bloss.

Durante años, la identidad de los dueños de la empresa luxemburguesa Felicity International S.A. fue secreta incluso para las autoridades francesas. En 2014, investigadores escribieron a las Islas Vírgenes Británicas en busca de información sobre los accionistas fundadores de la empresa en el marco de una investigación sobre un fraude multimillonario.

Felicity estaba constituida por dos empresas fantasma en paraísos fiscales, una con sede en las Islas Vírgenes Británicas y otra en Panamá, pero se disolvieron en 2011. Se perdió el rastro.

No fue sino hasta 2019, cuando Luxemburgo obligó a las empresas a registrar a sus beneficiarios, que Felicity declaró que era propiedad de tres hermanos de nacionalidad búlgara. En ese momento, el más joven tenía solo 15 años.

Desde entonces OCCRP los identificó como los hijos del oligarca ruso de las telecomunicaciones Sergei Adoniev, quien obtuvo la ciudadanía búlgara bajo el plan de pasaportes dorados del país en 2008. En mayo de 2018, le revocaron esa nacionalidad después de que las autoridades del país descubrieran sus antecedentes penales.

En 1998, fue condenado en Estados Unidos por estafar al gobierno kazajo por 4 millones de dólares con ventas falsas de azúcar cubano. En 1999, fue deportado a Rusia, donde pudo levantar un imperio de telecomunicaciones a pesar de ser relativamente desconocido. Recibió inversiones y apoyo de varias figuras relacionadas con el Kremlin y empresas gubernamentales, según Bivol, un socio de OCCRP. En 2000, el LA Times informó que el FBI también sospechaba que Adoniev estaba detrás de un cargamento de 1.1 toneladas de cocaína colombiana incautado en la frontera ruso-finlandesa en 1993.

Felicity International se creó el mismo año de la deportación de Adoniev, antes de que nacieran dos de sus tres propietarios actuales.

Según la contabilidad anual, la empresa luxemburguesa –y, por tanto, los hijos de Adoniev– son los dueños de la Villa Violettes, de 25 millones de euros, una propiedad de cuatro pisos con vista al mar en un cabo de Cap d’Ail, en la Costa Azul francesa. Felicity compró la propiedad en 2006, cuando los tres tenían aproximadamente nueve, tres y dos años. En 2015, la empresa también compró una «base de datos informática» por 450.733 euros, que hoy se cuenta entre los activos de los hijos de Adoniev.