Uno de los mayores productores de la región citrícola de Nuevo León no tiene problemas para regar sus huertos: Carlos Montemayor Dirnbauer es uno de los empresarios con mayor número de títulos de concesiones para aprovechamiento de agua en el estado. La herramienta que ha utilizado para multiplicar sus pozos ha sido recurrir a tribunales, donde ha ganado demandas en contra de la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Y, por si esa agua no le fuera suficiente, también desvía el cauce de un río para inundar sus campos tapizados de naranjos.
Por Andrea Menchaca
Fotografías y videos: Lucía Vergara y Adolfo Valtierra
El río que cruza Hualahuises, Nuevo León, lleva lo mínimo de agua. Hay puentes para atravesarlo, pero está la posibilidad de caminar sobre su lecho, entre las piedras y las plantas que ahí han crecido. Esta escasez contrasta con las huertas de Carlos Montemayor Dirnbauer, que sobresalen por sus frondosos naranjos nutridos por el agua que extrae de pozos y del mismo río.
En Hualahuises, municipio ubicado a 118 kilómetros de Monterrey, el empresario regiomontano tiene las huertas San Pablo, La Japonesa, San José de las Flores y La Gata; juntas suman alrededor de 270 hectáreas, casi el doble de extensión del Parque Fundidora.
Las huertas La Japonesa y San José de las Flores están en Cinco Señores, pequeña comunidad ubicada a un costado del centro de Hualahuises. Es imposible que estas huertas pasen desapercibidas, primero por su extensión —unas 60 hectáreas de terreno en el que cabrían dos estadios BBVA, donde juega el Club de Futbol Monterrey Rayados—; segundo, por las decenas de hileras de verdes árboles que las tapizan; y tercero, por los largos canales cubiertos por anchas lonas de campañas políticas que llevan el agua para anegar los cultivos.
Este sistema de riego rodado se caracteriza por ser de los más antiguos e ineficientes, ya que requiere más agua por unidad de superficie cultivada, en comparación con otros métodos como el riego por goteo o aspersión. Montemayor Dirnbauer lo utiliza en las huertas que tiene en Hualahuises y en los municipios de General Terán y Montemorelos.






Carlos Montemayor Dirnbauer, uno de los mayores productores de naranjas en la región norte del país, tiene a su nombre 23 títulos de concesión para aprovechamiento de agua; 22 de ellos son para uso agrícola en Montemorelos, General Terán y Hualahuises, municipios de la región citrícola; y uno para servicios en Guadalupe, en la zona conurbada de Monterrey, de acuerdo con datos del Registro Público de Derechos de Agua (REPDA). En total, estas concesiones le permiten contar con 78 pozos y utilizar poco más de cinco millones de metros cúbicos de agua al año, una cantidad con la que se podrían llenar 2 millones de tinacos de agua con una capacidad de 2 mil 500 litros cada uno.
Quienes viven alrededor de las huertas de Montemayor aseguran que el agua que utiliza el empresario es más que eso.
En el municipio de Hualahuises, por ejemplo, el consumo de agua de Montemayor Dirnbauer, así como las acciones que realiza para mantener sus huertas, son un tema de conversación en la comunidad de Cinco Señores. Ahí viven un centenar de personas que reciben agua potable que les da un pozo operado por los Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey (SADM), que solo les falla cuando se va la luz. La poca agua que lleva el río Hualahuises les alarma. Atribuyen su sequía a los pozos que el empresario tiene para regar sus tierras.
En el REPDA —donde la Comisión Nacional del Agua (Conagua) difunde los datos de las concesiones que ha otorgado— en el municipio de Hualahuises están registrados a nombre de Montemayor Dirnbauer seis títulos, para el aprovechamiento de un total de 26 pozos.









Hace siete años Mateo López decidió dejar de sembrar en su parcela ajo, maíz, lechuga, tomate, chile y cilantro porque ya no tuvo agua, se secaba el río y también su pozo. Ahora solo cuida de un árbol de naranjo y unas cuantas plantas más que adornan el frente de su casa.
—Desde que empezó (Montemayor) con esas huertas y a hacer perforaciones hasta los sabinos se secaron. Había sabinos muy grandes, árboles muy antiguos, era una comunidad muy bonita, muchas sombras, muchos charcos de agua profundos, buenos para echarse clavados, para pescar y ahora nada hay de eso —lamenta el juez ejidal.
A Reyes Martínez, quien recientemente regresó a vivir a Cinco Señores tras pensionarse, no le parece justo ver los canales de la huerta de Montemayor llenos de agua, mientras que el río va seco, como tampoco está de acuerdo en que el empresario haya ordenado talar los guayabos.
—Había mucho guayabo —explica— y los mandó a quitar todos porque se supone que le llega plaga al naranjo. Estaban a la orilla del río, nos íbamos comiendo las guayabas; puso gente a quitarlos.
Otra de las vecinas, Milagros López, reclama que “Montemayor”, como lo nombran en el pueblo, también se apropió del terreno federal que está frente a la Escuela Primaria Primero de Mayo, cruzando la Calle Principal. El empresario colocó ahí las bombas de extracción de agua y una cerca.
Agua en las huertas, pero no en el río
Es agosto, la temporada de cosecha recién terminó, ni una sola naranja se asoma entre las hojas, no ha llovido y en el municipio de Hualahuises el río con el mismo nombre está en el periodo de estiaje. Aguas arriba, el afluente topa con una represa de concreto que deriva la corriente a un canal de riego utilizado por citricultores para sus huertos, entre ellos Montemayor Dirnbauer, quien ahí cerca tiene la huerta San Pablo, un predio de 25 hectáreas, superficie equivalente al terreno donde está el Estadio BBVA.
En las escrituras, obtenidas en el Registro Público de la Propiedad, se menciona que el terreno tiene derecho al uso de aprovechamiento de riego de la Toma Principal de Accionistas que se deriva del río Hualahuises. Sin embargo, para tomar agua directamente del río el usuario debe tener un título de concesión para aprovechamiento de aguas superficiales y en el REPDA el nombre de Montemayor Dirnbauer solo aparece con títulos de concesiones para aprovechamiento de aguas subterráneas.
El desvío del agua del río para el riego de los naranjos es motivo de conflictos entre los habitantes y los huerteros, cuenta el expresidente municipal Carlos Homero Aguilar González, quien gobernó de 2000 a 2003. Durante su alcaldía, recuerda, protestó porque Montemayor agregó unos 30 centímetros de altura a la cortina de concreto de la represa, lo que frenaba aún más el agua que podía ir hacia abajo, pero nunca se pudo hacer nada porque los huerteros dicen que tienen autorización.
También se enfrentó con el padre de Montemayor Dirnbauer durante la Semana Santa de 2001, cuando tapó temporalmente la represa para que el lecho del río llevara agua para hacer el lavatorio de pies, como ya es tradición, lo que provocó la molestia de Carlos J. Montemayor Chapa, quien lo citó en la huerta La Japonesa, donde finalmente cedió a cerrar las acequias por esa ocasión.
El reclamo por el agua del Río Hualahuises para uso de los habitantes ha sido una constante. En 2007 el cabildo aprobó por unanimidad un acuerdo: de lunes a jueves el agua sería para los citricultores y de viernes a domingo para la comunidad, según consta en el acta de la sesión del 27 de abril de ese año.
Los dueños de las huertas de naranja, en desacuerdo con esta decisión, reclamaron su derecho al uso del agua del río y promovieron un juicio en contra del ayuntamiento municipal, el cabildo, el alcalde, el secretario del ayuntamiento, el director de seguridad pública de Nuevo León y síndico municipal de Hualahuises. El acuerdo tuvo que ser revocado por las sentencias de los Jueces Segundo y Tercero del Distrito, según el acta de sesión de cabildo celebrada el 10 de abril de 2008.
Entre los dueños de las huertas de naranja que promovieron los juicios está Othón Ruiz Montemayor, regiomontano conocido porque fue presidente de la Asociación de Banqueros de México y director de Grupo Financiero Banorte; en la función pública se desempeñó como Secretario de Finanzas y Tesorero General de Nuevo León durante la gubernatura Rodrigo Medina de la Cruz (2009-2015) y candidato del PRI a la alcaldía del Municipio de San Pedro en las elecciones de 2012.
Los años pasan y la problemática sigue presente. En verano el río llevaba solo un poco de agua en el área de los puentes colgantes, que son atractivo turístico, justo pasando la represa.
El ejidatario Mateo López señala que en una ocasión reunieron firmas, ya que hay ejidos hacia abajo como Camacho y San Joaquín que necesitan agua del río, pero no lograron nada ni cuando rompieron un pedazo de la represa para que bajara más agua, pero al poco rato ya habían tapado de nuevo. “Nosotros qué hacemos, no podemos hacer nada con ese hombre”, expresa indignado al referirse al agua que extrae Montemayor Dirnbauer.
La ley señala que el Ejecutivo Federal puede decretar la reserva de las aguas nacionales para garantizar los flujos mínimos que requiera la estabilidad de los cauces, lagos y lagunas, y el mantenimiento de las especies acuáticas.
Cosechar negocios
La producción citrícola de la región integrada por Allende, General Terán, Hualahuises, Linares y Montemorelos, es emblemática en Nuevo León. Inclusive, una de las cuatro imágenes del escudo del estado es un árbol de naranjo frente al Cerro de la Silla.
Beatriz Bazán de Vaquero, cronista de Montemorelos, cuna de la producción citrícola, cuenta que el naranjo de semilla, no injertado, estaba desde siempre en este municipio, pero fue con la llegada del ferrocarril de Monterrey al Golfo en 1889, que inició la siembra a gran escala de naranjos injertados traídos de Sacramento, California. “Posteriormente, a principios del siglo 20, se impulsó la comercialización de los cítricos y la intensificación en gran escala de siembra de huertas”, relata la autora de Crónicas de Montemorelos.
Montemayor Dirnbauer, además de ser uno de los principales productores citrícolas de la región, es accionista de, por lo menos, ocho empresas, de acuerdo con datos del Registro Público de Comercio.
En la ciudad de Monterrey, sus negocios están más enfocados al sector inmobiliario ya que tiene propiedades importantes tanto por su extensión como por su ubicación e incluso su historia. Caminando por la Macroplaza, sobre la calle Zaragoza, está el Hotel Monterrey, que construyó su bisabuelo, Jesús M. Montemayor, en los años treinta.



Es accionista de Sierra Madre Brewing Co., cadena de restaurantes-cervecería, y es dueño de los terrenos donde están los conocidos centros comerciales Galerías Monterrey y Paseo San Pedro; el City Market, supermercado de la cadena La Comer. En abril de 2019 uno de sus terrenos que está en el Cerro de la Loma Larga, casi sobre el túnel que une a Monterrey con San Pedro, fue motivo de atención, ya que se desmontó la zona para edificar unas torres.
Montemayor también tiene terrenos en los municipios de Hualahuises, General Terán y Montemorelos, donde se le conoce por sus huertas de naranja.
En General Terán, el principal municipio productor del cítrico, Montemayor Dirnbauer tiene sus huertas en el ejido La Purísima.
Y multiplicar pozos… con juicios
Ramón Villagómez Guerrero, quien fue presidente municipal de General Terán de 2009 a 2012, cuenta que se emocionó cuando Montemayor Dirnbauer pagó el impuesto predial de sus terrenos, pero se desilusionó de inmediato cuando se enteró de que el citricultor presentó un juicio de amparo en contra de ese impuesto.
—Resulta que el señor no paga un quinto teniendo gran cantidad de propiedades. Además está perjudicando a tanta gente en el aspecto que está sobre explotando los mantos acuíferos y aguas abajo agotando los pozos de pequeños y medianos productores —dice Villagómez Guerrero.
El empresario tampoco paga por el uso del agua, ya que la Ley Federal de Derechos exime de ese pago a los titulares de concesiones de agua para uso agrícola y pecuario.
Además, su nombre aparece en los padrones de beneficiarios, para 2017 y 2018, de la cuota preferencial de energía eléctrica que se otorga a los titulares de concesiones de agua, para uso agrícola, de acuerdo con la información obtenida a través de una solicitud de información a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader).
En General Terán, Montemayor Dirnbauer tiene a su nombre, por lo menos, once títulos de agua que le autorizan extraer 794 mil 880 metros cúbicos de agua de once pozos, los cuales vencen en 2023, según los expedientes.
Estas once concesiones para aprovechamiento de agua las consiguió en 2011, después de ganar un juicio en contra de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), dependencia que le negó la prórroga del título 06NVL107629/24ALGR99 por solicitarla fuera de tiempo.
Esa concesión —Conagua se la otorgó a Montemayor Dirnbauer en septiembre de 1999 y vencía en 2009—le daba derecho de extraer, de once pozos, hasta 794 mil 880 metros cúbicos de agua al año.




Los trámites para ampliar la vigencia de esta concesión los presentó el 27 de mayo de 2010; el 14 de junio de 2010 la Conagua se la negó por no haberla solicitado al menos seis meses antes de su vencimiento, como lo indica el artículo 24 de la Ley de Aguas Nacionales.
Fue a través de un juicio de nulidad en contra de la negativa de la Conagua, que Montemayor Dirnbauer logró –el 3 de abril de 2012– que la Primera Sala Regional del Noreste del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa solicitara al Organismo de Cuenca Río Bravo de Conagua que le otorgara once nuevas concesiones de aprovechamientos de aguas subterráneas, es decir, un título por cada uno de los pozos que tenía autorizados en la concesión 06NVL107629/24ALGR99.
Estas concesiones no se las dieron sino hasta septiembre de 2013, después de que interpuso nuevamente un recurso de queja por incumplimiento de la sentencia.
Hasta noviembre de 2019, el título 06NVL107629/24ALGR99 aún se encontraba en la página de internet del REPDA, al igual que los once nuevos títulos que se le entregaron en 2013.
Para este reportaje se solicitó entrevista con Carlos Montemayor Dirnbauer, a través de su abogado, Miguel Zárate, quien pidió un cuestionario y señaló que lo consultaría con el empresario. Hasta la publicación del reportaje no se tuvo una respuesta al cuestionario enviado.
Un funcionario del Organismo de Cuenca Río Bravo de la Conagua, quien pidió omitir su nombre, asegura que emprender juicios contra la Conagua para obtener una concesión es una práctica común.
La falta de personal que resuelva los casos, el rezago en la revisión en los expedientes y el no contar con sistemas de información adecuados —ya que hay procesos que aún se realizan a mano— llevan a que se presenten juicios para que no se quite una concesión o se entregue una nueva, asegura el funcionario.
Para la comunidad, agua por tandeo
En el Plan Hídrico Nuevo León 2050, realizado por el Fondo de Agua Metropolitano de Monterrey, se advierte que a pesar de que la mayor parte del agua concesionada es para uso agrícola y pecuario, existe un profundo desconocimiento sobre en qué se utiliza realmente este recurso, debido a que no existe información suficiente sobre la cantidad real que se extrae y la falta de aplicación del marco normativo por parte de la Conagua.
“En general —se señala en el documento— la información que se tiene consiste en las concesiones que otorga la autoridad del agua, mismas que están registradas en el REPDA; sin embargo, no se sabe exactamente cuánta agua realmente se aprovecha para los fines que fueron asignados”.
Verificar que los titulares de las concesiones estén cumpliendo con la ley es casi una misión imposible, sobre todo porque el Organismo de Cuenca de Río Bravo de la Conagua, por ejemplo, solo cuenta con dos inspectores.
Los expedientes de los títulos a nombre de Montemayor Dirnbauer, obtenidos a través de solicitudes de información, son un ejemplo de cómo la Conagua no tiene un estricto control de las concesiones de agua: no incluyen todos los documentos que de acuerdo con Reglamento de la Ley de Aguas Nacionales deberían tener, como las escrituras que acrediten la propiedad en donde se localiza el aprovechamiento o el croquis para su localización.
En 2016, la Auditoría Superior de la Federación revisó expedientes de concesiones aprobadas por el Organismo de Cuenca Río Bravo y llamó la atención sobre la falta de documentos que tendrían que haberse integrado para el otorgamiento de una concesión.
Lejos de las oficinas en donde se aprueban estas concesiones, los problemas por quien tiene agua y quien no, son cotidianos.




En el municipio de General Terán, cerca de las huertas de Montemayor Dirnbauer, en La Purísima, vive Idalia. Su familia, al igual que un centenar más, recibe agua de una red abastecida por un pozo, a la cual solo tienen acceso durante unas tres horas por la mañana o por la tarde, según el horario asignado. Aprovecha ese tiempo para llenar un tambo que no alcanza para las siete personas que con ella habitan, menos aún cuando recibe visitas.
La madre de familia reclama que el pozo comunitario es insuficiente, incluso hay ocasiones en que tiene que pasar una pipa municipal a darles agua, es por eso que los habitantes del ejido quieren que llegue el servicio público del agua.
—Estoy dispuesta a pagar lo que me cueste el recibo, yo necesito el agua todo el día, tengo niños chiquitos y ocupo el agua al 100 —dice Idalia.
Esta realidad contrasta con las tierras anegadas que nutren los miles de naranjos.