Los informes trimestrales de la Secretaría de Hacienda son una de las fuentes para acercarnos a la situación actual de las finanzas públicas. Con los datos recién publicados del cuarto trimestre de 2020 podemos analizar los principales cambios y fenómenos presupuestales de todo el año.

Uno de los primeros elementos a destacar es que los ingresos presupuestarios del gobierno fueron por 5,339,934 millones de pesos (mdp) frente a los 5,532,275.6 mdp que se estimaban, es decir, 183,341.6 mdp menos o -3.3%. En comparación con 2019, estas cifras representaron una caída real de -4.3% o 237,176.7 mdp.

La caída de los ingresos y el fin de

los ahorros

El elemento principal de esta disminución de recursos disponibles fueron los ingresos petroleros, que estuvieron 381,490 mdp por debajo de lo que se estimó, una diferencia de -38.6%. La crisis económica, que desde 2019 ya había hecho que la economía decreciera -0.3%, se agudizó en 2020 debido a la pandemia y pudo observarse en que los ingresos tributarios cayeron 166,946 mdp con respecto a lo que se esperaba, destacando la disminución en la recaudación del IVA y el ISR.

El único elemento que ayudó a que la disminución de los ingresos en 2020 no fuese aún peor fueron los ingresos no petroleros y no tributarios, en donde hubo un flujo de recursos 233% superiores a lo que se estimó. La práctica de subestimar esta categoría de ingresos es una vieja tradición de Hacienda orientada a generar «colchones» de ingresos que se saben que serán mayores a lo largo del año. Sin embargo, en esta ocasión el origen principal de estos recursos extraordinarios fue el uso de ahorros presupuestales acumulados durante los últimos 9 años.

De acuerdo con la SHCP, entre los ingresos no petroleros y no tributarios hubo 47,354 mdp por coberturas petroleras, 55,252 mdp producto de la extinción de diversos fondos y fideicomisos a mitad del año, 42,802 mdp por colocación de deuda y otros 32,283 mdp obtenidos de la apropiación de capital de diversas entidades paraestatales. Pero el objeto principal que entregó recursos que salvaron los ingresos del gobierno fue el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP), que prácticamente fue utilizado en su totalidad, quedando un saldo de sólo 9,498 mdp. Vale la pena destacar que el FEIP había alcanzado su punto más alto al inicio de esta administración, con 317,414 mdp disponibles en 2019, pero al final de ese mismo año se utilizaron casi la mitad de los recursos, por lo que 2020 comenzó con unos ahorros equivalentes a los que había en 2017, de poco más de 169 mil millones. La gráfica siguiente muestra el dramático descenso nunca antes visto en el saldo del FEIP y pone en evidencia que, ante la ausencia de mayores bolsas de ahorros considerables en el futuro, la situación presupuestal de 2021 será todavía más frágil. Además, ninguna de estas cifras refleja los supuestos 1,300,000 millones de pesos que el presidente Andrés Manuel López Obrador presumió que se habían obtenido por ahorros en compras y contratos. En lugar de obtener ahorros adicionales, los quemamos todos.  

Ganadores y perdedores entre la crisis

El primer paso para identificar a los ganadores y perdedores en el gasto público es considerar las modificaciones entre los montos aprobados originalmente por la Cámara de Diputados en el Presupuesto de Egresos de la Federación y el gasto modificado con los datos al cuarto trimestre, que es el resultado de los cambios realizados por parte de la Secretaría de Hacienda y establece la planeación de cuánto se programó gastar realmente en todo el año. Desde esta perspectiva, las secretarías de Hacienda, Economía, Salud y Defensa, junto con el ISSSTE, son las dependencias con mayores incrementos presupuestales en términos absolutos y que, en conjunto, recibirían 171,601 mdp adicionales a los presupuestados. En contraste, Pemex tendría una reducción de 173,658 mdp, equivalente al 27.3% de lo señalado en el PEF, seguido de una reducción de 65,422 mdp en las participaciones a las entidades y municipios (-6.9%) y una reducción de 17,315 mdp (-30.2%) en las previsiones para los sistemas de educación básica, normal, tecnológica y de adultos.

Sin embargo, esta primera imagen es incompleta, pues la caída de los ingresos del gobierno, aún quemando prácticamente todos los ahorros, implicó que no todas las dependencias ejercieron los recursos que se habían planificado. Hacia el final de 2020, el gasto neto del sector público debió haber sido de 6.107 billones de pesos, pero se terminaron gastando 107,715 millones de pesos menos, o -1.76%. Sin embargo, esta no fue la situación para todas las dependencias, ya que si se observa la diferencia entre lo que finalmente se había aprobado para ser gastado y lo que se pagó, destaca que todas las dependencias ejercieron menos recursos, con la salvedad del Tribunal Federal de Justicia Administrativa, que pagó 1,746 mdp adicionales (62.6%) y Petróleos Mexicanos, que pagó 55,013 mdp más (8.6% del presupuesto modificado).

Entre el resto de ramos presupuestales que terminaron pagando menos de lo que estaba planificado destaca que se encuentran los correspondientes al IMSS, Salud y el ISSSTE, que ejercieron 18,292 (-2.2%), 7,752 (-6%) y 5,472 (-1.6%) millones de pesos menos, respectivamente. En medio de la pandemia del coronavirus, las instituciones encargadas de la salud recibieron ampliaciones presupuestales que, paradójicamente, quedaron sólo en el papel, pues al final del año no ejercieron la totalidad de esos recursos. Esta situación fue casi generalizada entre todo el gobierno, pero incluso en medio de la adversidad, no todos perdieron.

La salud y los programas sociales importaron menos que las obras y el Ejército

Detrás de estas cifras generales se esconden aún varios fenómenos, pues es necesario identificar que al interior de cada ramo hay cambios positivos y negativos entre diferentes programas. Por ejemplo, al analizar el ramo de Salud, resulta que 13 de los 21 programas principales de la Secretaría de Salud tuvieron un recorte con respecto a lo que se les había aprobado en el Presupuesto de Egresos de la Federación, entre los que se encuentra el programa de Calidad en la Atención Médica, el Seguro Médico Siglo XXI o los Proyectos de infraestructura social de la salud. Además, 18 programas tuvieron un subejercicio, es decir, terminaron gastando menos del gasto modificado que se esperaba, con casos llamativos, como el programa de Protección contra Riesgos Sanitarios, que gastó 17.8% menos de lo esperado, o el Programa de Vacunación, que tuvo un subejercicio de 25.1%. Se esperaba que, en conjunto, los 21 programas principales de la Secretaría de Salud gastaran 159,894 mdp, pero acabaron ejerciendo 7,743 mdp menos, un subejercicio de 4.8%.

Esto contrasta con las características de otros programas presupuestarios que tuvieron incrementos presupuestales considerables. Los Proyectos de infraestructura gubernamental de seguridad nacional de la SEDENA tuvieron un incremento de 478% con respecto a lo aprobado en el PEF –que hay que recordar que estos cambios los hace el Ejecutivo sin que la Cámara de Diputados los apruebe— y si bien tuvieron un subejercicio de 13.2%, los 32,850 mdp que gastaron son significativamente superiores a los 6,541 mdp originalmente establecidos en el PEF. En el mismo sentido, el programa para la Operación de la Guardia Nacional tuvo un incremento de 742% con respecto a lo aprobado por la Cámara de Diputados, mientras que el Tren Maya aumentó sus recursos en 264% y prácticamente no tuvo un subejercicio significativo.

De manera paradójica, los principales programas sociales de esta administración también han tenido recortes y subejercicios, pues salvo las becas para la educación media superior, que tuvo un incremento presupuestal de 10.6% y las Universidades para el Bienestar, que no tuvo cambio alguno, todos los demás programas sufrieron recortes presupuestales, que en algunos casos llegaron a alrededor de 15% de disminución, como fue el caso de la Pensión para personas con discapacidad, los Precios de Garantía y el programa de apoyo para las madres trabajadoras. Además, todos y cada uno de los programas sociales tuvieron un subejercicio. Esta información oficial contrasta con el triunfalismo del presidente, que discursivamente ha repetido en múltiples ocasiones que sus programas no se han detenido y que han llegado oportunamente a todos los beneficiarios. Si se considera que la única red de protección para muchos de los más afectados por las consecuencias económicas de la pandemia eran los programas sociales, resulta paradójico que en prácticamente todos los casos se presentaron recortes, mientras que, en el mismo contexto, las prioridades presidenciales en forma de los programas del Ejército o los proyectos de infraestructura tuvieron abundancia de recursos.

Esta es una primera aproximación a los datos finales del 2020, pues para un mejor análisis aún es necesario esperar a la publicación de las cifras definitivas que se presentarán en la Cuenta Pública 2020, que deberán estar disponibles al final de abril. A pesar de ello, la información actual ya nos muestra con claridad a un gobierno que en un entorno económico adverso y con una pandemia encima, es capaz de tener recortes y subejercicios en el gasto en salud, hasta de recortar sus propios programas sociales, pero no es capaz de modificar sus obras y políticas más cuestionadas. En lugar de «Primero los pobres», el eslogan que captura mejor la política presupuestal del presidente López Obrador parece ser «Primero yo, después los pobres».