Constantin Sorinel Marcu estaba en una situación complicada. Había apuñalado a un hombre en el cuello después de una pelea en una piscina y necesitaba salir de Rumania. Y rápido.

Entonces, un buen amigo de su ciudad natal, Craiova, se puso en contacto con él y le hizo una oferta que era difícil de rechazar. Le propuso que viajara a la Riviera Maya de México, un paraíso tropical donde podía mantener un bajo perfil y ganar dinero trabajando como guardaespaldas para él.

«Le prometió una buena vida allí», recordó la madre de Marcu, María.

Pero el nuevo empleador de Marcu no era sólo el típico colega de tu ciudad. Era Florian Tudor, un rumano que operaba un lucrativo fraude en el que robaba dinero en efectivo de turistas desprevenidos a través de cajeros automáticos. Tudor se había mudado de México a Craiova unos años antes, bautizándose a sí mismo sobre la marcha como el Tiburón.

Al aceptar trabajar como guardaespaldas de Tudor, Marcu fue arrojado al núcleo duro de su organización criminal, que se extiende por el mundo y que, según una estimación, recaudaba unos 240 millones de dólares al año.

Por un tiempo, Constantin Sorinel Marcu trabajó estrechamente con el líder de la banda de la Riviera Maya, Florian Tudor.

Las cosas salieron bien por un tiempo, Marcu era tan cercano a Tudor que incluso se ofreció a matar por él. Pero la amistad se agrió tras casi un año de su asociación mexicana. Un miembro de la banda dijo que Tudor se empezó a poner celoso del éxito de Marcu con las mujeres. También comenzaron a discutir sobre el dinero.

Marcu comenzó a sabotear la operación de skimming del Tiburón, escribiendo en pequeños trozos de papel que pegó en cajeros automáticos por todo Cancún: «No inserte su tarjeta porque se quedará sin dinero». También untó pegamento en algunos de los lectores de tarjetas.

Sus padres creen que incluso se convirtió en un informante del FBI, revelando cómo Tudor estaba cometiendo fraude en cajeros en todo México.

El Tiburón no se tomó estas acciones a la ligera. 

Los padres de Marcu recibieron en su estrecha casa a las afueras de Craiova una visita aterradora de dos hombres, uno de ellos un tipo musculoso y muy tatuado llamado Sorin Velcu, conocido como el matón de la banda.

Le lanzó una botella de agua a la cara del padre de Marcu, Constantin, y soltó una retahíla de blasfemias y amenazas.

«Te lo enviaremos en una caja», siseó.

«¡Lo mataremos y a ti también!»

Asesinato en la Riviera

Al otro lado del mundo, su hijo también recibía amenazas.

Marcu se había quedado en la región de la Riviera Maya de México bajo una identidad falsa después de su pelea con El Tiburón.

«Él [Florian Tudor] llamaba a Sorin [Marcu] y lo amenazaba por teléfono», contó su padre.»Sorin, te voy a matar», decía. Él estaba enojado porque Sorin ya no estaba allí para protegerlo y, además, porque lo había traicionado al poner esas advertencias en los cajeros automáticos».

A pesar de ser enemigos jurados, Marcu y El Tiburón se mantuvieron en contacto con regularidad a través de WhatsApp, donde a veces intercambiaban amenazas. Los archivos de la policía rumana revelan que, en uno de esos intercambios, Tudor lo amenazó de muerte directamente:

Tudor: ¡Estúpido!

Marcu: Me engañaste. Y te dejo.

Tudor: Sorin, te mataré.

Marcu: Vamos a ver

Tudor: Discúlpate, te lo dije

En abril de 2018, las tensiones subieron y llegaron a un punto crítico. Tres hombres asociados con la banda del Tiburón atacaron brutalmente a Marcu cuando salía de una oficina de DHL en Cancún. Uno de ellos, Gabi-Alin Poenaru, conocido como Patrian, era un miembro de alto rango de la banda.


Gabi-Alin Poenaru

Poenaru, de 41 años, también es conocido por el alias Patrian. Como la mayoría de las figuras de alto rango de la banda, proviene de Craiova, una ciudad en el sur de Rumania, donde acumuló antecedentes penales antes de cruzar el océano a México. En 2003, fue arrestado e investigado por participar en una gran pelea callejera en que se emplearon hachas, espadas y horquetas. La riña estalló entre una banda llamada La Hermandad (Frăția) y un grupo de romaníes en Craiova. La pelea comenzó después de que el clan prohibiera a los romaníes, que históricamente han sido discriminados en muchas partes de Europa, entrar a sus clubes y bares.

En 2011, fue arrestado nuevamente, junto con otros miembros del «bajo mundo de Craiova», al parecer por contrabando de armas y actividades de skimming en cajeros automáticos en varios países de la Unión Europea, especialmente Portugal.

Patrian también estaba en el radar de la policía en 2015 durante una investigación sobre otra operación de skimming. Varios testimonios lo ubican en Cancún desde 2015, como uno de los hombres que dirigían las operaciones de skimming de la banda de la Riviera Maya.

Más recientemente, fue arrestado nuevamente en 2019 en Craiova por el Departamento Anti-Mafia rumano. Se le acusa de establecer un grupo de crimen organizado y de intento de homicidio. Cuando fue detenido, declaró que había estado trabajando como entrenador de fitness en México, pero no pudo decir quién lo empleó.


Lo apuñalaron repetidamente y lo golpearon hasta dejarlo inconsciente, pero sobrevivió. Se despertó en un hospital de Cancún, donde los médicos tuvieron que extirparle el bazo.

Después, Marcu estaba ansioso por vengarse.

«Los mataré, lo juro por la vida de mi niña», le dijo a un amigo en un mensaje de voz de WhatsApp. «Nunca juré sobre mi niña, pero los mataré».

Semanas después, mientras aún se estaba recuperando, recibió un disparo en la parte posterior de la cabeza con una pistola Beretta 9 mm. 

Poco después, sonó el teléfono en la casa de sus padres en Craiova. Al otro lado de la línea estaba un hombre que parecía borracho y apenas coherente. Les dijo que su hijo estaba muerto.

Maria Marcu estaba en su cocina. Se desmayó de dolor.

“Me caí al suelo. Morí. Regresé a la vida. No te puedes imaginar cómo fue».

«Ese día fue algo terrible para nosotros», agrega Constantin. «El dolor es insoportable».

Después la muerte, confusión

Constantin Sorinel Marcu murió la noche del 11 de junio de 2018, a los 44 años.

Fue hallado por la policía desplomado en el asiento del conductor de una camioneta Dodge Nitro, muy cerca de la imponente mansión de varios pisos de Florian Tudor en un exclusivo barrio de Cancún. La casa, donde vivía Tudor con su esposa y su hijo pequeño, también había funcionado como cuartel general de la banda de la Riviera Maya.

Pero, aunque estos hechos están bien establecidos, casi nada más está claro sobre la muerte de Marcu.

La historia sobre cómo Marcu llegó a ser encontrado con una bala en la cabeza diverge en este punto. Una de las versiones fue respaldada por un juez mexicano, mientras que una investigación rumana encontró un escenario diferente.

Daniel-Zoltan Piculeață, un amigo rumano de Marcu que había viajado a México para estar con él después del apuñalamiento, afirma haber presenciado su muerte. La suya era la voz de borracho que los padres de Marcu escucharon al otro lado de la línea, diciéndoles que su hijo estaba muerto.

Él alega que Patrian, junto con un hombre mexicano que vestía una camisa de camuflaje, descargaron sus armas sobre Marcu a las puertas de una cantina que sirve comida rumana.

Aunque Piculeață ha dado diferentes versiones de los hechos a los padres de Marcu y a las autoridades mexicanas y rumanas, han dicho constantemente que Patrian y el «hombre de camuflaje» le dispararon a su amigo.

Las declaraciones de Piculeață no aclaran en qué lugar de Cancún le dispararon a Marcu, ni cómo su cuerpo terminó junto a la casa del Tiburón. Pero le dijo a las autoridades mexicanas que Marcu había escuchado que Florian Tudor lo quería a él y a su familia muertos.

La historia oficial

La historia oficial aceptada por la policía local y un juez mexicano es diferente, y culpa a Marcu de su propia muerte.

Un guardia de seguridad privado le dijo a la policía en la escena del crimen que disparó y mató a Marcu. Horas después, en la estación de policía explicó que lo hizo porque Marcu trató de asesinar a su jefe, un hombre al que llamó Gabriel Stroe Alin.

Sin embargo, cuando la policía examinó las manos y los antebrazos de Cabrera en busca de rodizonato de sodio, un residuo de plomo que queda cuando se dispara un arma de fuego, los resultados fueron negativos.

De todos modos su explicación fue aceptada por un juez local en una audiencia judicial, tres días después del asesinato. La evidencia clave que respalda su afirmación fue un video de seguridad, tomado de una cámara instalada en la casa del Tiburón.

Las imágenes muestran a un hombre estacionando su automóvil frente a una casa en un vecindario exclusivo. Cuando sale, otro vehículo dobla una esquina y trata de embestirlo.

El primer hombre escapa a pie, pero un pasajero en el otro auto sale y lo persigue. Finalmente, quien lo siguese da por vencido y regresa a su auto, y los dos atacantes se van.

Unos minutos más tarde y a pocos metros calle abajo, Marcu fue encontrado muerto en este mismo automóvil.

El juez Shelling Kierkegard Novelo Yeh aceptó estas imágenes como evidencia y, después de un juicio de dos horas y media, dictaminó que el guardia de seguridad había matado a Marcu legalmente, en defensa de su empleador.

(El juez Novelo Yeh está actualmente suspendido de su función mientras se investigan irregularidades en otro caso, en el que liberó a dos presuntos secuestradores. Durante la investigación, se descubrió que el juez poseía propiedades de decenas de miles de dólares no declaradas).

Un hombre que se identificó como el empleador de Cabrera, «Gabi Alin Stroe», también dio una declaración a la policía en el lugar de los hechos. Pero dijo a los oficiales que no tenía ningún documento de identificación formal. No está claro cuál es su paradero actual.

Gabi Alin Stroe, también conocido a veces como Alin Gabriel Stroe, y Gabi-Alin Poenaru, son dos miembros diferentes de la banda de la Riviera Maya, pero en ocasiones Poenaru ha asumido la identidad de Stroe, dicen los fiscales rumanos.

La policía reportó tres casquillos de bala, marcados con «Aguila 380 Auto».

Dos días después, según los registros policiales vistos por OCCRP, registraron la casa de Florian, el Tiburón, Tudor. En el interior, encontraron siete cartuchos de la misma marca y modelo de las balas.

OCCRP contactó a Florian Tudor para preguntarle qué sucedió la noche del asesinato.

En un correo electrónico, dijo que estaba en casa cenando con su familia y su personal cuando escuchó un choque y fuertes gritos de Gabriel Alin Stroe, a quien identificó como un pariente. Luego, dijo, escuchó disparos. Cuatro horas después, los oficiales llegaron a su casa con una copia del pasaporte de Constantin Sorinel Marcu y le preguntaron si conocía al hombre.

Tudor enfatizó que las imágenes de las cámaras de seguridad instaladas en su complejo, que se mostraron en el tribunal y que se filtraron a los medios locales después de la muerte de Marcu, respaldaron su versión de los hechos.

Los funcionarios mexicanos nunca han cuestionado públicamente la investigación y la fiscalía del estado de Quintana Roo cerró el caso después de la decisión del juez.

Pero a diferencia de las autoridades mexicanas, la policía rumana no estaba satisfecha con la versión oficial. Al investigar el caso, encontraron una prueba que implicaba a la banda de Tudor en el asesinato.

En julio de 2018, los fiscales rumanos abrieron un expediente sobre el grupo de crimen organizado de Tudor. Un año después, emitieron órdenes de captura contra cinco miembros de la banda, incluido Gabi-Alin Poenaru.

Gabi-Alin Poenaru (centro) está ahora en la cárcel esperando el juicio por intento de homicidio. Crédito: Facebook

Tres de estos hombres, incluido Poenaru, están ahora en la cárcel, a la espera de ser juzgados por intento de homicidio. Otros dos sospechosos están en arresto domiciliario.

El 14 de enero de este año, los fiscales rumanos acusaron oficialmente a Tudor porestablecer un grupo de crimen organizado, aunque el caso aún no se ha enviado a juicio. La evidencia adjunta al expediente del caso y los testimonios recopilados por los fiscales refuerzan el caso de que la banda pudo haber estado detrás del asesinato.

Los padres de Marcu están oficialmente vinculados al proceso como testigos de extorsión y le señalaron a los fiscales lo que sabían sobre la muerte de su hijo. Ellos y su abogado argumentan que la versión oficial entregada a la policía mexicana fue montada, para desviar la culpabilidad de los verdaderos asesinos de su hijo: la banda de la Riviera Maya.

También señalan otras inconsistencias en la versión oficial. Por ejemplo, una fotografía de Marcu muerto en el vehículo lo muestra descalzo, lo que sería inusual para alguien que realizara un secuestro.

«Creemos que todo esto fue montado por ellos», dice Constantin Marcu. «Nuestra intuición como padres nos dice que fue asesinado en otro lugar y luego traído ahí».

La pareja de ancianos todavía adora a su hijo. «Mi muchacho», lo sigue llamando su padre, pese a su muerte.

En su sala de estar, una gran pintura al óleo de Marcu, con el pelo peinado hacia atrás con su característico copete, adorna las paredes. Antes de caer en la vida criminal, había sido una joven promesa del fútbol, que jugó en el equipo junior de un club famoso de Bucarest. 

La tumba de Constantin Sorinel Marcu en el cementerio de Craiova. Crédito: OCCRP

«Mi hijo era grande, fuerte e inteligente», dijo su padre.

Visitan su tumba en un cementerio de Craiova todos los días para encender velas y rezar. Pero temen que su alma nunca encuentre la paz si sus asesinos no son llevados ante la justicia.

«Este Tiburón, que se mueve libremente y que nadie parece ser capaz de atrapar, terminó con mi muchacho», se lamentó Constantin Marcu.