La presión del gobierno de EUA sobre el de México para reactivar conjuntamente la actividad económica se ha hecho sentir y el presidente López Obrador ha anunciado hoy un plan de reapertura tras la emergencia sanitaria.
A principios de mayo, la OMS habría recomendado que, antes de reabrir a la vida económica y social, los países debían tener capacidades sólidas de atención de los nuevos enfermos que vendrían con la reapertura y monitorear el comportamiento de la pandemia.
Con la meta de 12,215 camas de terapia intensiva antes de que concluya el mes de mayo, en pleno cénit de la pandemia, pareciera que se atiende una de las recomendaciones de la OMS: tener capacidad para atender a los enfermos que surjan.
Sin embargo, a pesar del anuncio de la habilitación de 460 camas nuevas en centros de convenciones y en el autódromo de la CDMX, de 1,705 camas inauguradas y reconvertidas en hospitales públicos este año y un número no especificado de camas en hospitales militares, de poco sirven si cada cama no cuenta con cuatro cosas: protección para el personal que atiende a los enfermos, personal suficente y capacitado al pie de cada cama, un plan santiario que nos permita estar preparados para la vida postcuarentena, y dinero.
Sobre las cuatro cosas se necesitan para que la capacidad hospitalaria sea útil
1 Protección de médicos y enfermeras que atienden a los enfermos
No hay forma de que aumenten los sobrevivientes y se contengan las defunciones si no se garantiza la seguridad del personal que atiende enfermos Covid19. Y sin embargo, el pasado 11 de mayo, el Dr. Hugo López Gatell informó que uno de cada cuatro enfermos de Covid-19 son personal de salud (23% de los casos confirmados): un indicador de la falta absoluta de medidas de protección y capacitación del personal médico y de enfermería para evitar ser contagiados.
El 12 de mayo, el titular de la SSa, Dr. Jorge Alcocer, anunció que entre marzo y fines de mayo se acabarán por distribuir un millón de mascarillas N95, cuando para proteger adecuadamente a todo el personal sanitario de terapia intensiva se necesitarían casi tres millones de mascarillas N95 (uso diario, 92 días x 32 mil médicos y enfermeras).
Es decir, entre las cifras de millones de insumos que se presume se entregarán antes de fin de mes, se pierde el hecho incontrovertible de que no hay material de protección suficiente para quienes están en el frente de batalla.
Adicionalmente al equipo de protección, el personal médico y de enfermería expuesto debe contar con capacitación sobre las medidas preventivas que debe tomar para no contagiarse. Dado que el Dr. Alcocer no lo especificó, no se sabe si las 36,611 capacitaciones hospitalarias incluyen información adecuada para cada tipo de labor dentro de los hospitales: desde la toma de muestras para la detección el virus hasta quienes manipulan los cadáveres de enfermos contagiados.
2 Personal suficiente y capacitado al pie de cada cama instalada
Tal como lo adelantaba el Secretario de Salud, de poco sirve comprar ventiladores (a sobreprecio) para cada una de las camas (nuevas, reconvertidas, temporales o permanentes) si no se cuenta con personal especialista en respiración mecánica asistida, así como dos o tres turnos de enfermeros, por cama.
Cada paciente en terapia intensiva necesita enfermeras que vigilen su estado todo el tiempo. Incluso un político escéptico del Covid-19, el primer ministro de Gran Bretaña, reconoció públicamente la labor crucial del personal de enfermería que estuvo pendiente de él las 24 horas del día durante su hospitalización por contagio del virus.
Así como de poco sirve instalar camas por millares si éstas no cuentan con ventiladores, monitores de signos vitales y suministro ininterrumpido de luz durante la temporada de lluvias, de nada sirve todo el herramental médico sin personal que pueda administrarlo y vigilar la evolución del paciente.
3 Un plan que nos permita estar preparados para hacer frente a la reapertura económica
El presidente AMLO acaba de presentar su plan para la reapertura en México. Una semana antes, a principios de mayo, la OMS habría recomendado que, antes de reabrir, los países debían tener capacidades sólidas de atención de las nuevas oleadas de enfermos que acompañarán el levantamiento de las restricciones sociales y que, la menos en México, se sumarán a las epidemias de influenza estacional y los brotes de sarampión.
La OMS destacó la importancia de contar con un sistema de vigilancia de la pandemia confiable, tanto al interior del territorio como en las fronteras; de garantizar que los hospitales no sean focos de infección y de que existan protocolos de prevención en centros de trabajo y escuelas.
Hasta este momento, México no va bien según las recomendaciones de la OMS. Aún tenemos graves problemas de contagio en los nosocomios (111 médicos y enfermeras fallecidos por Covid, según cifras oficiales) y de los protocolos en espacios comunes aún no se tiene detalle, por lo que el gobierno de México debe cambiar su estrategia en dos rubros:
- Pruebas, pruebas, pruebas de detección del virus Sars-Cov-2 disponibles, accesibles, gratuitas o a costos reducidos para todos los que presenten síntomas o hayan tenido contacto con un enfermo, así como un sistema de monitoreo local para aislar nuevos brotes y evitar un nuevo confinamiento masivo.
- Comunicación veraz y oportuna del gobierno hacia la ciudadanía sobre el avance de los casos confirmados a nivel local, de su riesgo de contagio diario y de la evaluación de las medidas de adoptadas.
- Anticipar mensajes sobreoptimistas desde principios de mayo -como que ya aplanamos la curva de contagios, que ya es posible ver la luz al final del túnel o que ya domamos la pandemia en voz del presidente López Obrador- sólo lleva a la ciudadanía a relajar las medidas preventivas y, como era previsible, aumentar los contagios y fallecimientos. Para sorpresa de nadie, el 12 de mayo ha sido hasta ahora el día más letal en los registros oficiales de la pandemia: 353 nuevas defunciones en un solo día y casi 2 mil nuevos casos confirmados en cuestión de 24 hrs.
4 Recursos: las capacidades hospitalarias deberán permanecer funcionales y eso cuesta dinero
Las camas que ahora se preparan deberán ser parte de una estrategia de atención de enfermos por Covid-19 por varios años. Sí, años.
Es probable que no vayamos a quedarnos encerrados por mucho más tiempo con la economía mundial ralentizada, pero mientras no existan miles millones de vacunas contra el Sars-Cov-2, necesitaremos echar mano de los sistemas de monitoreo y de muchas pruebas para poder aislar a los nuevos brotes. Países como Alemania han logrado acordar aperturas regionales de la economía a partir del monitoreo de nuevos contagios diarios por zona, con una amplia participación de los gobiernos locales, y aún así está resultando difícil.
Pronto se ampliará la discusión sobre la reapertura en México y el mundo. Sólo manteniendo las nuevas capacidades hospitalarias instaladas podremos abocarnos a atender el problema económico que dejará un saldo de 60 o 70 millones de pobres en México y a recuperar los 555 mil empleos perdidos en abril pasado.
Pero financiar este gasto extraordinario en salud va a requerir ajustes en las prioridades del gobierno federal. Al menos hasta diciembre pasado, salud no era uno de los sectores preferidos de esta administración, pues sólo en 2019 reasignó 1,472 millones de pesos del presupuesto de salud para dedicarlo a otros rubros. Estaremos pendientes de que el proyecto de presupuesto de egresos que el gobierno de AMLO envíe a la Cámara de Diputados en septiembre considere prioritaria la inversión en salud pública, pues sólo el costo del personal requerido en apoyo a la pandemia en estos primeros meses es más del doble de lo que se le retiró a la Secretaría de Salud en 2019.