Guerrero

Sin medicamentos en los hospitales, en Acapulco aparecen farmacias clandestinas

Por: Emma Landeros Martínez
Fotografías: Javier Verdín

– Buenas noches, busco Olseltamivir, Aztromicina e Ivextern.

– ¿Por qué tiempo te están pidiendo la Olsetamivir? Porque solo trae cuatro tabletas y la Ivermectina trae dos y cuatro tabletas y va a ser un tratamiento de varios días. Olsetamivir vale 450 pesos y la Aztromicina te la puedo dejar hasta en 120 pesos.

– Voy a ver cuántas cajas necesito y regreso.

– Estamos las 24 horas. Todo lo que son medicamentos para el Covid lo tenemos. Si no tienes para pagar te apoyo con crédito sin problema, confío en la gente. Porque ese es un gasto aparte que se les viene si ya tienen internado a su paciente. 

– En el hospital nos dijeron que va a llegar el medicamento.

– Esa es una burla imperdonable. No va llegar el medicamento. Y allá en los otros puestos venden medicamentos robados. Estamos 24 horas del día, tenemos sanitarios, regaderas y hasta alojamiento. Yo soy René Cárdenas, a sus órdenes. No va llegar. Hay gente que compra hasta 9 mil pesos de medicamentos. 

El Hospital General de Acapulco padeció la falta de medicamentos para tratar el coronavirus, lo que dio vía libre a la instalación de un pasaje de puestos callejeros a unos pasos del hospital que desde inicios de abril de 2020 pusieron a la venta desde botellas de alcohol, gasas y vendas hasta cualquiera de los medicamentos para el tratamiento de la enfermedad.

En entrevistas que realizó MCCI al personal de salud la queja fue generalizada: no hay medicamentos y por ello la gente se ve en la necesidad de comprarlos afuera, en farmacias clandestinas. 

“Si me compras el medicamento te ofrezco dónde quedarte a dormir”

MCCI hizo un recorrido por el pasaje de los puestos callejeros que operan como farmacias, aunque algunos son solamente un espacio rodeado de una carpa y una pequeña mesa con algunos medicamentos a la vista. 

Durante el día hay pocos negocios informales en los alrededores del hospital, pero apenas cae la noche comienzan a proliferar pequeñas mesas con todo tipo de material de curación. 

Unos metros más adelante,  donde no alcanzó a llegar el alumbrado público, se instaló un pequeño local con techo de lámina y piso de cemento con servicio de fotocopiado, dulcería, venta de refrescos, botanas y un vasto surtido de medicamentos contra Covid-19, que dentro del hospital, al menos hasta noviembre de 2020, escaseaban.

Medicinas de patente como Marzivag (Aztromicina) tenían costos en estos puestos hasta de 160 pesos, unos pesos por encima de una farmacia establecida; el precio del Oseltamivir (antiviral) era de 350 y la caja de Ivexterm (Ivermectina) con dos tabletas un costo de 130 pesos. 

Unos pasos adelante, en la “farmacia” La Esperanza, que solamente era una carpa cubriendo una mesa y unas cajas con medicamentos, los costos aumentaban 20, 30 o hasta 100 pesos por caja. 

“Si me compras el medicamento te ofrezco un lugar donde quedarte a dormir y una regadera para bañarte. Vas a necesitar varias cajas”, dijo el hombre que se encontraba dentro de la carpa, intentando convencer a esta reportera que adquiriera algunas cajas de medicamentos contra el Covid-19.

En su mayoría, los familiares de los pacientes se vieron obligados a comprar medicamentos a las afueras del hospital por no tener una farmacia cercana. El hospital carente de medicamentos está a 12.5 kilómetros del centro de la ciudad por lo que los familiares no deseaban exponerse a un contagio y recurrían a lo más cercano. 

El Hospital General de Acapulco tiene una ubicación peligrosa, aseguran los médicos, quienes señalan que dado su ubicación, a las afueras de la ciudad, los asaltos los han vivido constantemente, por lo que uno de los médicos entrevistados por MCCI aseguró que muchos de sus compañeros pensaron en desertar “antes de ir a una zona donde frecuentemente se habla de inseguridad”. 

Aunque los médicos identificaron desde el principio la situación en la que esas farmacias clandestinas -o puestos ambulantes- operaron, no se atrevieron a denunciar por temor a que de hacerlo, “al otro día aparecemos con unos tiros en la cabeza”. 

Esto, porque hasta noviembre de 2020 no hubo un intento de auditoría o cateo a los espacios y medicamentos que ahí se comerciaban, pese a estar a la vista de las autoridades y ubicados frente a una de las entradas del hospital. A inicios de diciembre de 2020  en medios locales se informó que hubo un levantamiento de puestos ambulantes a las afueras del Hospital General. 

Sin embargo, dos farmacias clandestinas permanecieron. Hasta marzo de 2021 las farmacias continuaron en las cercanías del nosocomio. Aunque por la baja de pacientes internados por Covid-19 bajó, se mantuvieron estos negocios vendiendo otro tipo de medicamentos para los pacientes que por otro tipo de enfermedades. 

De acuerdo con un médico urgenciólogo que pidió no dar su nombre, a mediados marzo de 2020, en ese nosocomio se acondicionó un área para pacientes Covid. Durante un mes tuvieron que brindar la atención sin protección alguna.

“Recibíamos enfermos con una bata de tela, guantes sencillos, brazos descubiertos, sin cubrebocas adecuados. No teníamos el equipo de protección adecuado”. A la precaria situación se sumó la falta de medicamentos.

Problema que ya existía desde antes de acuerdo a los médicos, pero que la pandemia llegó a acentuar con graves consecuencias. “Y como nosotros estamos en la trinchera recibimos las quejas de la gente, el maltrato de los usuarios”.

El urgenciólogo narró que llegaron a ser solamente tres médicos y los pacientes no solamente llegaban de Acapulco sino de todo Guerrero. “Sin el recurso estuvimos dando recetas al por mayor para que la gente comprara. Ahí afuera hay farmacias clandestinas vendían al triple del costo los medicamentos.

“Los costos eran extremadamente caros. Pero la gente prefiere cruzar la calle y comprarla ante la desesperación y había gente que te reclamaba que no había nada. No tenían dinero para comprar y no podían hacer nada”. 

Asaltados y violentados buscan medicamentos

El hospital, localizado a las afueras de Acapulco, Guerrero, luce como un protagonista no solo por la pandemia del Covid-19 sino también por la delincuencia organizada que azota la región.

En abril de 2020, una pareja de jóvenes llegó al hospital con el padre de uno de ellos a punto de morir contagiado por coronavirus, estaba agitado y le faltaba la respiración. La respuesta de los médicos del Hospital General de Acapulco fue que no había insumos clínicos para atender al hombre de la tercera edad. Los muchachos salieron a conseguir los medicamentos, narró un miembro del equipo de administración del hospital, que prefirió mantenerse anónimo.

Minutos más tarde, la joven volvió a la recepción del hospital con las manos y el cuerpo manchados de sangre. Lloraba desesperada. De acuerdo con el testimonio de personal de salud, ella contó que al intentar rodear el hospital para localizar una farmacia, a ella y a su pareja los habían asaltado. A ambos los golpearon pero a él le habían tocado los golpes más fuertes.

El joven terminó internado. “Como ese caso hubo varios. Los familiares de los pacientes fueron asaltados y golpeados. Esa fue una de las consecuencias por no tener medicamentos en el hospital. Esto también hizo que poco a poco puestos callejeros se instalaran en los alrededores del hospital”, comentó un médico del hospital. 

Estoy hasta la madre de ver gente sufrir

A finales de mayo de 2020, el Hospital General «El Quemado» de Acapulco, que está a cargo de la Secretaría de Salud estatal, tenía  una ocupación del 87.5 por ciento con 42 de 48 camas para pacientes Covid ocupadas.

“Estoy hasta la madre de ver gente sufrir, de ver a los familiares llorando. Hubo momentos de frustración terrible. ¿Qué les ofrecía si no había nada? No hay medicamentos y la gente viene aquí confiada. Se le está dando la pura atención pero sin insumos, van a comprar hasta una manguera para el oxígeno y las puntas nasales, la mascarilla. Algunos decían no traigo dinero y a otros no les alcanzaba”, dijo una doctora general encargada de atender pacientes con Covid.

“¿Cómo resolvemos esa parte en donde no hay medicamento, ni el insumo, ni siquiera la camilla. Esta pandemia vino descubrir este sistema de salud que estaba hecho pedazos”.

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