Chiapas

Un hospital en ruinas contra el Covid

Desde 2017, informes internos de la clínica Nettel del ISSSTE en Tapachula, Chiapas reportaban ductos de oxígeno que soltaban partículas de polvo, filtraciones de agua y un área de terapia intensiva improvisada. En esas condiciones el hospital tuvo que atender pacientes de Covid.

Por: Emma Landeros Martínez

Fotografías por: Bladimir Pérez Miguel

El letrero es poco menos que desalentador. En una lona arrugada y mal colocada en la entrada del hospital se lee: «El personal de esta institución se encuentra laborando bajo protesta debido a la mala infraestructura y la falta de insumos, así como equipo médico debido a la pandemia del COVID-19”.

Es la consigna de los trabajadores del Hospital Dr. Roberto Nettel Flores en Tapachula, Chiapas desde junio de 2020. Fue la primera, pero con el paso de los meses aparecieron otras y para febrero las mantas ya rodeaban todo el hospital. 

La queja por la mala infraestructura no necesitaba anuncio. Desde la entrada del hospital se observan fisuras en las paredes y la humedad que han dejado varias temporadas de lluvia. Afuera, la primera S de la palabra “ISSSTE” está caída, a punto de desprenderse.

El hospital Nettel se fundó en 1976 para dar atención a los trabajadores del Estado y sus familias de la capital chiapaneca y municipios aledaños. Durante los primeros años brindó servicios básicos de pediatría, ginecología, traumatología, ortopedia y cirugía general, luego se agregaron otras especialidades y hoy tiene más de 76 mil derechohabientes. 

Pero en los últimos 15 años el personal ha exigido a los gobiernos federales y estatales un nuevo hospital. Según las enfermeras y los médicos no ha habido reparaciones en décadas: los techos se desprenden a pedazos, el aplanado de las paredes se cae a trozos, en algunas partes la pintura se ha despegado por completo y las goteras obligan al personal sanitario a mover cubetas y jergas de aquí para allá. El negatoscopio – la caja de luz para ver radiografías- está oxidado y las áreas con camas para pacientes no la pasan mejor: cables de luz sueltos, paredes agujeradas, registros eléctricos sin tapas, humedad. 

Nada de esto era novedad en el Hospital Nettel cuando arrancó la pandemia. Un informe de  2017 realizado por el Departamento de Vigilancia y Control Epidemiológico del ISSSTE decía: “En los plafones se encontraron filtraciones de agua y goteras (esta situación se observó desde la entrada del hospital), la pintura de los mismos se observa desprendida, en algunas situaciones con perforaciones debidas a las filtraciones de agua”.

El aire acondicionado, dice el reporte, soltaba partículas de polvo:  “(los ductos) se encuentran en malas condiciones, que al encenderlo emiten partículas de un tamaño de 3 milímetros hacia el interior de la sala, depositándose estos residuos en el mobiliario. Refieren que no se ha realizado mantenimiento a manejadoras de aire en varios años”. 

A ese informe de 2017 no hubo seguimiento, el ISSSTE no asignó recursos para restauración, no llegó ninguna cuadrilla a renovar el hospital, todo siguió igual.

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Cuando llegó la pandemia por Covid-19, en marzo de 2020, personal de la Secretaría de la Defensa Nacional, Sedena, visitó hospitales para verificar si podían ser reconvertidos para atender Covid. 

La jefa del área de cirugía del Hospital Nettel, Sarah Valdepeña Sánchez, asegura que cuando los militares visitaron el ISSSTE de Tapachula dijeron que además del mal estado del hospital, las tuberías por donde fluye el oxígeno estaban deterioradas, por lo que no se podían usar ventiladores pulmonares  y esto hacía imposible que fuera un hospital Covid. 

Pese al diagnóstico de Sedena -y la evaluaciòn de tres años atrás- , el ISSSTE terminó recibiendo pacientes con Covid-19 cuando en Chiapas los casos empezaron a subir mes y medio después que en el resto del país. 

En Chiapas las dos primeras muertes por Covid se registraron a inicios de abril de 2020, la segunda fue en el municipio de Tapachula. 

El 17 de mayo de 2020, el secretario de Salud de Chiapas, José Manuel Cruz Castellanos, anunció que ese día había “iniciado la etapa más crítica de contagio del Covid-19 en la entidad”.

“Seguramente se alcanzarán las máximas cifras de la epidemia, así lo indica el análisis estadístico y el seguimiento puntual de los casos, por lo menos hasta el 8 de junio”, declaró el funcionario estatal.

También informó que a 83 días de la pandemia en el estado había “un total de 654 casos confirmados, 37 hospitalizados graves, 41 hospitalizados intubados y 53 fallecimientos”. 

Para el 18 de mayo de 2021, la página del gobierno de Chiapas registra 8,371 casos confirmados y 583 defunciones. 

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Durante las primeras semanas, los derechohabientes del ISSSTE con síntomas de coronavirus llegaban al Hospital Nettel, pero al no contar con insumos ni equipo de protección, ni siquiera con un protocolo de acción, los médicos no quisieron arriesgarse a atender  pacientes. Los  revisaban y los canalizaban al único hospital Covid de la ciudad, pero este les requería una prueba positiva. El Nettel nunca tuvo pruebas PCR y tampoco había insumos suficientes para usar radiografías como método de detección.  

“Los pacientes pasaban una o dos horas sentados esperando a ver qué hacíamos, pero no podíamos pasarlos a urgencias ni a piso porque podían contaminar todos los espacios”, dijo un trabajador administrativo que pidió permanecer en el anonimato por temor a represalias. 

Sin embargo, a finales de marzo de 2020, en una reuniòn, el director de la clínica, Salvador Aceves de la Rosa, el subdirector médico, Neptalí Rojas Domínguez y el subdirector administrativo, Eddy Franklin de León Barrios, acordaron atender a los pacientes que llegaran con síntomas de Covid-19 luego de que sin importar si era o no hospital Covid los derechohabientes llegaban en busca de atención médica. 

Lo anterior quedó registrado en la minuta de la junta en donde se llegó al acuerdo, documento en poder de MCCI. 

El personal improvisó un área de triage donde clasificaba a los pacientes con síntomas.  En el patio trasero del hospital hicieron divisiones con sábanas viejas que hacían la función de paredes, algunas láminas fueron el techo y al precario escenario le agregaron una pequeña banca y algunas sillas.  En esa sala, donde la temperatura rebasa los 34 grados centígrados, colocaron un pequeño ventilador de aspas al lado de un escritorio viejo y roído.

El ISSSTE de Tapachula nunca estuvo en la lista de hospitales Covid de la Secretaría de Salud, sin embargo con esto comenzaba de facto a atender pacientes contagiados. Aunque no tuviera un letrero que indicara que era un hospital Covid, en el patio del hospital había una pequeña lona que anunciaba el “triage para atención de pacientes sintomáticos respiratorios”.

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Los pacientes con Covid eran hospitalizados en  lo que llaman  el área de terapia intensiva, un espacio que según cuenta el personal habían improvisado años atrás. 

“Tenemos solo dos camas en cuidados intensivos, aunque esa área ni existe en nuestro presupuesto. La tenemos porque se improvisó un espacio como de cuidados intensivos. Sala que ya lleva ‘improvisada’ 30 años”, dijo una trabajadora administrativa. 

Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad solicitó a través la Secretaría de Salud el número de camas en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Roberto Nettel Flores, a lo que respondieron que había 55 camas. 

Al contrastar los datos, Valdepeña Sánchez exclamó con indignación: “¡Es una mentira!”. La delegada sindical dijo que no existe una sala de cuidados intensivos y otros trabajadores lo confirmaron.

“(Lo que hay) es un remedo. El hospital se está cayendo. Es un riesgo trabajar ahí. El reporte realizado por personal del ISSSTE de la Ciudad de México, demuestra que parece que se desconoce el riesgo que se corre. Lo informaron en 2017, y sí nos damos cuenta y buscamos apoyo, pero son oídos sordos”. 

En las conclusiones del reporte de 2017 se menciona: “La unidad no cuenta con un servicio establecido para atender pacientes críticos, sin embargo, se improvisó un área para este fin, la cual carece de todas las condiciones y características para ser un área crítica (Zona blanca).

“Cabe señalar el hacinamiento de los pacientes y la mala clasificación de los mismos debido a que existen pacientes inmunocomprometidos con infectocontagiosos, sin medidas de aislamiento. El área es muy reducida y el flujo del personal muy accidentado”.  

Uno de los médicos asignados a la atención de pacientes en el área Covid dijo a Mexicanos Contra la Corrupción: “Tuvimos que tomar decisiones frías porque teníamos espacio para cuatro pacientes, dos graves y dos no graves. Había solo dos ventiladores, pero solamente uno funcionó”. 

Enfrentar la pandemia… sin ventiladores 

Los ventiladores pulmonares fueron uno de los problemas más graves. No sòlo como en todo el país el hospital no tenía suficientes, aquí las tuberías por donde pasa el oxígeno estaban oxidadas.

“Solo teníamos dos ventiladores, uno más no funcionaba, además tampoco funcionaron las tuberías donde se traslada el oxígeno porque están en muy mal estado. Son viejas y están oxidadas”, dijo Valdepeña.

“No teníamos tomas de oxígeno, nuestros ventiladores eran precarios y con personal que no quería entrar. Todos los días era un volado para saber cómo nos irá hoy”, dijo el médico.

A mediados de mayo de 2020, las dos únicas camas de cuidados intensivos eran para pacientes graves de Covid-19, pero al hospital llegaban más de 30 pacientes con síntomas de coronavirus por día. Finalmente, y aunque no eran oficialmente un hospital Covid, en agosto el ISSSTE les envió un ventilador más. 

«Desde las oficinas del ISSSTE en la Ciudad de México nos enviaron un ventilador pero fue por la presión que ejercimos bajo el argumento que era imposible trabajar sin ventiladores. Sumado al problema de las tuberías viejas que provoca que no haya una aspiración adecuada”, explicó Valdepeña Sánchez.  

No solo los sabían todos en el hospital, la carencia de ventiladores pulmonares estaba asentada en un informe de 2019 que realizó el personal de ese hospital.

En 2019, la clínica del ISSSTE solicitó ventiladores mecánicos ya que solo tenían dos en el área asignada como “terapia intensiva”, de acuerdo con el Diagnóstico Situacional de la Clínica Hospital “Dr. Roberto Nettel Flores” ISSSTE de la Ciudad de Tapachula, en poder de MCCI.

El documento analiza  “las condiciones por demás deprimentes que mantienen latente el riesgo para la vida de los trabajadores del ISSSTE y de los pacientes”.

El diagnóstico de septiembre de ese año también informó que “la presión del oxígeno era deficiente” lo que ocasiona que los pacientes con dificultad respiratoria no puedan oxigenar bien y cuando los familiares rentaban  un ventilador este se desconfiguraba por la falta de presión y el paciente corría el peligro de caer en paro cardiorrespiratorio por desaturacion de oxígeno, denunció Valdepeña Sánchez.

Sumado a esto, las empresas ya no querían dar en renta los ventiladores para uso en ISSSTE “porque se desconfiguran” derivado de la deficiencia, explica el documento.

Para 2020, en el desarrollo de la pandemia, una de las denuncias que hizo ante medios de comunicación el personal médico y administrativo de esa unidad fue que los ventiladores usan circuitos desechables (mangueras que aspiran secreciones), pero ese material nunca fue enviado, por lo que los familiares de los pacientes tenían que comprarlo con un costo de entre 700 y 1,500 pesos. 

Aún cuando el hospital Roberto Nettel Flores ya tenía un espacio improvisado para atender pacientes con Covid-19, no tenían un protocolo de actuación en esa clínica, comentó un médico asignado al área Covid. 

“Pasaron dos meses para tenerlo, llegó, nos dicen ‘hazlo’, pero no nos dicen con qué, o aquí está el dinero. Nada. Habilitamos una carpa  como triage y ahí llegaba la gente. Si cumplían con tres síntomas de la enfermedad la pasaban a un área en urgencia que estaba aislada. Ahí había tres camas para los enfermos. 

“Se subían al carro, los atendían y avisaban que por el estado de gravedad debían llevarlo a la clínica Covid-ISSTECH porque en el ISSSTE ya no había espacio. Hubo familias que entendieron, pero hubo otras que se negaban y exigían que se atendiera ahí por más que explicábamos que estaba lleno porque solo había capacidad para cuatro pacientes”, dijo el trabajador administrativo. 

“La gente se está muriendo”

En junio de 2020, el periodo más álgido de la pandemia en aquella región fronteriza, una familia desesperada asistió al ISSSTE en busca de atención para un adulto mayor. Necesitaba ser intubado, la respiración le faltaba y la debilidad iba venciendo su cuerpo.

“Les dijimos que estábamos saturados, pero aún así lo sentaron en la banca. Él se fue recostando y poco a poco falleció”, contó un médico que pidió mantenerse en el anonimato por miedo a represalias.

Las funerarias particulares estaban llenas y pasaron más de tres horas para que recogieran el cuerpo.  Ahí se quedó porque “no teníamos una cama para ofrecérsela”, comentó el mismo médico.

El 17 de julio, el subsecretario de Salud federal, Hugo López Gatell, arribó a Chiapas para anunciar la “iniciativa de acción comunitaria por la salud”.

Cuando López Gatell llegó al aeropuerto de la capital de Chiapas, trabajadores de la Secretaría de Salud estatal lo increparon. 

Uno de ellos dijo: “La gente se está muriendo, visite los hospitales; espero que no esté siendo cómplice de todas las muertes que están habiendo y venga a usted a ocultar todas esas muertes. ¿Sabía usted que el personal de salud se está muriendo? Se están enfermando, en el pediátrico, se están enfermando; se está muriendo la gente de salud”.

El subsecretario encargado de la atención de la pandemia no respondió.

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La jefa de quirófano Valdepeña asegura que ni la Secretaría de Salud ni el ISSSTE han hecho algo por el hospital. “En 2020, nos dijeron que harían unos arreglos que nos conformemos con eso. Cómo le van hacer un arreglo si ya la estructura no sirve”.  

Los escritos pidiendo un nuevo hospital han sido constantes desde 2005,  dirigidos a las oficinas centrales del ISSSTE en la Ciudad de México, a la Secretaría de Salud, al gobierno estatal y al federal. 

En noviembre de 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador era presidente electo, personal de ISSSTE  le envió un documento donde denunciaban las anomalías del hospital, una firma de recibido por parte de una persona llamada Leticia Ramírez Amaya, directora de Atención Ciudadana, fue lo único que consiguieron.

El 5 de febrero de 2020, médicos y enfermeras realizaron otro oficio para  informar a López Obrador sobre los riesgos de trabajo.  El 10 de junio de 2020, los trabajadores se dirigieron nuevamente al presidente, denunciaron la falta de atención, de protección y apoyo a lo que tenían derecho los trabajadores de base y de confianza, “ya que estamos en grave riesgos de ser contaminados por el Covid-19 y la dirección de la clínica hospital poco le importaba en franca irresponsabilidad, ya que no contamos con gel, cubrebocas, cloro, guantes, y demás artículos y materiales de consumo que se requiere para seguir enfrentando a la fecha esta terrible pandemia, como siempre procurando brindar el servicio y atención a los casi 120 mil derechohabientes que tenemos”.  Tampoco hubo respuesta. 

Actualmente el ISSSTE de Tapachula, Chiapas, sigue en las mismas condiciones que antes de la pandemia. 

“Las autoridades siguen sin escucharnos, las mantas que hemos puesto exponiendo la situación del hospital, las han mandado a quitar. No sabemos quiénes lo hacen pero pareciera que tratan de ocultar la grave situación. A mediados de abril otra vez se cayó un plafón del techo”, dice la jefa del quirófano.

Tasa de personal médico infectado acumulado

Fuente: Elaboración propia de MCCI con datos de la Secretaría de Salud

Defunciones en casos confirmados: Chiapas

Fuente: Elaboración propia de MCCI con datos de la Secretaría de Salud

Camas reportadas en Chiapas

Fuente: Elaboración propia de MCCI con datos de la Secretaría de Salud