Por Blanca Corzo
Ilustraciones de Paola Calvo
Videos de Lucía Vergara
Ciudad de México | 2019 | 2020 | 2021 |
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Feminicidios | 68 | 76 | 65 |
Homicidios dolosos | 128 | 84 | |
Cifra negra de feminicidios | |||
Presupuesto destinado a género | |||
Secretaría de las mujeres | $258.094.762 | $74.370.592 | $233.054.164 |
Cento de justicia para las mujeres | 3 centros | ||
Fiscalía Especializada para la Investigación del Delito de Feminicidio | Se solictió la información, pero no se proporcionó el presupuesto desglosado | ||
Presupuesto que las autoridades reportaron que han gastado | Se solictió la información, pero no se proporcionó el presupuesto desglosado | ||
Alerta de Violencia de género | No tiene |
Ese día, Carmen soñó con “El Enemigo”. Lo vio llegar a la puerta de su casa para dejarle dinero que necesitaba. Despertó preocupada, presentía que algo malo le iba a pasar. Tres horas después, “El Enemigo” apareció en su casa, como en el sueño que tuvo, pero no le llevó dinero, sino una botella con ácido que vació en su cuerpo. Esto no fue un hecho inesperado, sino el desenlace de 10 años de violencia.
Madre de dos, estudiante de derecho, activista y defensora de los derechos de la mujer y presidenta de su propia fundación es como hoy se presenta Carmen Sánchez, mujer de 39 años que en 2014 fue víctima y sobreviviente de un ataque con ácido que la dejó 8 meses en el hospital y que hoy, como muchas otras, busca justicia y una pena ejemplar para su agresor.
Su pesadilla comenzó en 2001. Carmen tenía 18 años y su hermana trabajaba en un restaurante en el que en ocasiones ella le ayudaba. En ese entonces conoció al que fue su amor y quien, al paso de los años, se convertiría enemigo. Él era taxista, tenía 32 años y le brindaba el servicio de transporte a su hermana y compañeras de trabajo. Coincidieron en algunas ocasiones y se fueron conociendo, lo que evolucionó a una relación de noviazgo y tres meses después se mudaron juntos.
Recuerda los inicios de su relación: él se mostraba atento, detallista, agradable y complaciente, pero con el paso del tiempo estas actitudes fueron reemplazadas por unas nuevas: celos, control, amenazas y violencia, y con ello apareció el miedo y la tristeza en la que estuvo inmersa por años.
“¿Para qué quieres ir a verlos? ¿Para que te digan que me dejes? ¡Estás loca!”. Así es como Carmen recuerda los reclamos que le hizo su pareja cuando ella externó lo mucho que deseaba visitar a su familia tras meses de no verlos.
De los reclamos pasó a las amenazas de muerte: “Te voy a decir de una vez una cosa: el día que te atrevas a dejarme o que te atrevas a engañarme, tu cabeza se la voy a mandar a tu mamá en un nicho de vidrio para que la tenga de recuerdo y tu cuerpo lo voy a hacer cachitos, lo voy a meter a un costal y se lo voy a aventar a los perros”.
Cuando el hombre con el que Carmen anhelaba formar una familia comenzó a mostrar actitudes agresivas y violentas se convirtió en El Enemigo, amenazas que, aunque la tenían aterrorizada, las dejó a un lado por el miedo a que las cumpliera al momento de separarse de él. El Enemigo le repetía que “la había aceptado con una hija” y que “nadie la iba a querer así”. En ese momento Carmen estaba embarazada de él, la vergüenza social de terminar su relación y regresar a casa de sus padres con sus hijas también la frenaron para dejar a su pareja.
Durante la relación, Carmen dejó de frecuentar a sus amistades y familiares, ya no cantaba, bailaba, ni sonreía como antes de conocerlo, modificó su forma de ser y vestir a los gustos de él, usaba la ropa que él le compraba y era condicionada a vestirse como él quería para poder salir: ropa holgada y en su mayoría pants, “ropa de señora porque era una señora” le decía él. El Enemigo ejercía un control completo sobre ella, le hacía comentarios despectivos burlándose de su forma de hablar, de su lugar de origen y de entre tantas cosas más, hasta el punto de cambiar lo que ella llama “su identidad”.
A esto se le sumó la violencia física. La relación con su pareja pasó de palabras y actitudes controladoras a jalones, pellizcos, golpes, agresiones en la calle y con el picahielos por mencionar algunas con las que Carmen vivió por 10 años, aunque ella cuenta que el momento más difícil y peligroso fue cuando decidió dejar de estar con él, pues sus acciones se tornaron aún más violentas.
El caso de Carmen ilustra una problemática que viven miles de mujeres en la Ciudad de México, en donde la violencia doméstica está por encima del promedio nacional. El 30.6% de las mujeres de la capital del país sufre violencia en la escuela, el 29.5% en el trabajo, 61.1% en el ámbito social, el 39.2% sufre maltrato en la atención obstétrica y el 52.6% es víctima de su pareja, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2016.
Carmen y su pareja vivían en la alcaldía Gustavo A. Madero, y al tiempo de estar inmersa en la relación se acercó a la entonces delegación para pedir ayuda por la violencia que vivía. También acudió al Centro de Atención a la Violencia Intrafamiliar (CAVI) y a las ahora Lunas, unidades territoriales de atención y prevención de la violencia de género de la Secretaría de las Mujeres, lugares donde relata solamente le entregaron trípticos y números telefónicos que nunca fueron respondidos.
De lesiones a tentativa de feminicidio
A lo largo de estos 10 años Carmen presentó dos denuncias hacia su agresor, una de ellas por violencia intrafamiliar y la segunda por sustracción de una menor, pues se llevó a su hija en común unos meses a Monterrey y la utilizaba para chantajear y manipular a Carmen. Gracias a estos precedentes se pudo tipificar el delito por el que se le acusaba de lesiones simples a feminicidio en grado de tentativa. Y aunque la incorporación del delito de feminicidio en 2011 significó un gran avance para visibilizar la violencia de género que existe en el país, actualmente ni el Código Penal de la Ciudad de México o del Estado de México tienen reconocida la figura de feminicidio en grado de tentativa como delito.
De acuerdo con el Artículo 325 del Código Penal Federal Comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de género, y a quien cometa el delito de feminicidio se le impondrán de cuarenta a sesenta años de prisión y de quinientos a mil días multa. Esta tipificación está generalizada en los códigos penales de los estados de la república, aunque, en Puebla, Campeche, Durango, Nuevo León y Yucatán se agrega una variante a este delito, que es la tentativa de feminicidio.
“Artículo 338 Se presumirá que hay tentativa de feminicidio cuando las lesiones dolosas previstas en los artículos 306 fracción II, y 307, ocasionadas a una mujer, tengan algún precedente de violencia contemplada en esos artículos o en los artículos 284 BIS y 284 TER respecto del mismo agresor.”
Apenas en abril de este año Con 474 votos a favor, cero votos en contra y cero abstenciones, las y los diputados aprobaron modificaciones al Código Nacional de Procedimientos Penales, de la Ley Nacional de Ejecución Penal y del Código Penal Federal, para sancionar el feminicidio en grado de tentativa. El dictamen indica que no gozarán de la libertad condicional, libertad anticipada, libertad preparatoria y la sustitución de la pena los sentenciados por este delito.
Gracias a esta modificación ahora la pena por este delito (en los estados donde está reconocido) será de hasta 40 años de prisión.
Aunque en febrero de 2014 Carmen ya se había separado, El Enemigo seguía estando presente en su vida. Su ex pareja y otra persona le enviaban mensajes a ella y a su familia amenazándolos, diciéndole que estaba al tanto de cosas que pasaban en su día a día, aunque ya no tuvieran contacto. Y dos semanas antes del atentado recibió un mensaje en el que le alertaba que le tenía preparada una sorpresa.
Durante ese tiempo Carmen presentía que algo iba a pasarle. A pesar de que estaba emocionada porque había conseguido un empleo, tenía la sensación de que algo iba a sucederle.
El jueves 20 de febrero de 2014 Carmen se despertó a las 5 de la mañana tras ver a El Enemigo en su sueño. Lo vio llegar a su casa y dejarle dinero, cosa que ella anhelaba ya que no tenía los suficientes recursos. A las 6 y media despertó de nuevo, pero en esta ocasión porque su hermana le preguntó si sus hijas no irían a la escuela. Carmen se sentía triste y preocupada, tenía un sentimiento de angustia y presentía que algo malo iba a sucederle, por lo que les dijo que si no querían no asistieran al colegio. Ambas niñas comentaron que habían tenido el mismo sueño: El Enemigo llegando a su casa y dándoles dinero.
Finalmente llevaron a las niñas a la escuela, aunque el sentimiento de angustia no desapareció. Cuando Carmen regresó a su casa se estaba preparando para ir a su trabajo como monitorista en un estacionamiento, estaba emocionada porque sería su tercer día trabajando y ya tenía uniforme y tarjeta de identificación.
A las 8 de la mañana vio a El Enemigo cruzar la puerta y entrar a su casa. Se sintió sorprendida porque estaba frente a él tal como en el sueño. Sus familiares y vecinos lo vieron entrar y lo dejaron pasar, nadie se imaginó lo que sucedería posteriormente. Saludó y caminó en dirección al cuarto en el que Carmen dormía y ella, sorprendida, lo siguió. Ella pensó que él querría hablar con ella acerca de su relación e incluso darle dinero tal y como lo había visto en su sueño, pero no fue así.
- ¿Vas a darme otra oportunidad? -preguntó él.
-No. Ya conseguí trabajo, quiero terminar la preparatoria y estar sólo con mis hijas -respondió ella decidida.
- ¡Te vas a arrepentir y vas a pagar cada lágrima que tiré! -amenazó El Enemigo. “¿Vas a darme otra oportunidad?”, insistió él y se lo preguntó dos veces más.
- ¡No y no! -dijo ella decidida.
El Enemigo se dio la vuelta, caminó hacia la puerta en donde había dejado una botella, la tomó y volteó de nuevo hacia Carmen.
-Si no vas a estar conmigo, jamás vas a volver a estar con nadie.
E inmediatamente le arrojó ácido en el pecho y cuello. Carmen sintió el ardor en el cuerpo, pensó que le había echado gasolina para después prenderla en fuego frente a su familia.
- ¿¡Qué me echaste?! ¿Qué me aventaste? - gritó con pánico, dolor y confusión.
En respuesta, El Enemigo le lanzó el resto del líquido y esta vez le destrozó la cara.
- ¡Te dije que te ibas a arrepentir! ¡Muérete perra!- dijo tras ver cómo la quemaba el ácido. Kuego, salió corriendo de la casa y huyó en un taxi conducido por una mujer que lo esperaba en la calle.
Carmen fue auxiliada por sus familiares, quienes le quitaron la ropa y le aventaron agua. Después la envolvieron en una sábana y un vecino la llevó al hospital más cercano, el Hospital Pedro López, en donde no supieron atenderla.
Relata que al llegar la metieron a un cuarto y le arrojaron agua helada con una manguera, la secaron, pusieron una pomada y vendaron la cara dejando solamente visible el ojo izquierdo.
Catorce horas después la trasladaron al Magdalena de las Salinas, hospital que fue su hogar por los siguientes 8 meses, la mayor parte del día la pasaba bajo el efecto de la morfina. Tres meses después del ataque, se vio por primera vez en un espejo y ver en su reflejo su cuerpo desfigurado fue como volver a revivir el daño que El Enemigo le había hecho. La depresión la destrozó y solo en una ocasión pudo ver a sus hijas.
Al salir del hospital Carmen comenzó su lucha para tener justicia en su caso. Tras 8 años de lucha, su agresor se encuentra en prisión preventiva oficiosa por el delito de feminicidio en grado de tentativa.
Las víctimas del ácido
La violencia ácida es una violencia feminicida que se caracteriza por arrojar ácido u otras sustancias corrosivas en el rostro y cuerpo de una mujer con la finalidad de atentar contra su vida e integridad, y que hasta hoy la Fundación Carmen Sánchez tiene contabilizadas a 33 víctimas de este delito en toda la República Mexicana en las últimas dos décadas, aunque no es una cifra oficial ya que no todas las mujeres denuncian, además de que no existe un registro oficial por parte de las autoridades.
Es una violencia feminicida debido a la letalidad de las sustancias empleadas, aunado a las pocas medidas de protección e impunidad social y del Estado las cuales pueden desembocar en un asesinato u otras formas de muerte violenta. Independientemente de si las víctimas son asesinadas a manos de sus agresores éstas están expuestas a sufrir un accidente fatal o un suicidio por el estado físico, emocional, psicosocial y económico en el que se encuentran. Hoy Carmen lleva 63 cirugías funcionales y reconstructivas.
La venta de ácido sulfúrico y clorhídrico en México va desde 120 pesos el medio litro a 300 pesos el litro. Pudiéndose comprar por internet sin necesitar nada más que una tarjeta para hacer el pago y con posibilidad de envío a domicilio.
Carmen es una de las mujeres que han sobrevivido a un feminicidio y que han tenido que buscar justicia por su propia cuenta ya que, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2016, el 79.8% de las mujeres, de 15 años o más, de la Ciudad de México han experimentado al menos algún episodio de violencia emocional, económica, física, sexual o discriminación a lo largo de su vida en al menos un ámbito y ejercida por cualquier agresor, en comparación con la media nacional que es de 66.1%. Lo que la coloca como el estado con la mayor violencia ejercida contra las mujeres.
De acuerdo a los datos revelados por la Fiscalía General de Justicia de la CDMX desde enero del 2012 hasta mayo del 2022, se han registrado 592 casos de feminicidio en la Ciudad, de los cuales solo 62 personas, en su mayoría hombres, han sido puestos a disposición por dicho crimen. Lo cual significa que solo 10.47% de las carpetas abiertas por feminicidio en la CDMX es cerrada con éxito.
Con respecto a los delitos que se denuncian, Ciudad de México registró en el 2020 que únicamente 11.2% de esos se denuncian, de los cuales el Ministerio Público (MP) abre una carpeta de investigación en el 66.1% de estos, lo cual nos arroja que solamente el 7.4% de los delitos cometidos inician un proceso.
Las mujeres de la CDMX apuntan que dentro de los tres delitos más frecuentes que experimentan, en el tercer lugar se encuentran los delitos que incluye secuestro o secuestro exprés, delitos sexuales, tales como hostigamiento, manoseo, exhibicionismo, intento de violación y violación sexual, con un relativo de 12.5%.
Aunque en la Ciudad de México las mujeres son menos vulnerables a ser víctima de delitos, ya que por cada 100 mil habitantes 31 mil 450 mujeres sufren algún tipo de delito, en comparación a los hombres, con una estimación de 35 531, la Ciudad de México cuenta con una Agencia Especializada para Delitos Sexuales, una Fiscalía Especializada para la Investigación para el Delito de Feminicidio, 3 Centros de Justicia para las Mujeres y 6 Fiscalías Especializadas en Delitos Sexuales, lo cual significa que existen 26 dependencias para más de 4 millones 805 mil mujeres.
Es importante aclarar que dichas dependencias no se encuentran repartidas equitativamente en las 16 delegaciones de la CDMX, siendo Cuauhtémoc la que más concentración de estas tiene con 4 Fiscalías Especializadas en Delitos Sexuales.
En un directorio de Servicios de Atención a Mujeres Víctimas de Violencia, elaborado por la organización no gubernamental He for She y el IMSS, se registraron 64 instituciones e instancias en la zona norte y 74 en la zona sur de la ciudad, que brindan atención a las mujeres. Abarca desde servicios de salud, orientación de trabajo social, psicológica, orientación legal, capacitación para empleo, actividades recreativas, talleres de prevención de violencia y servicios para población infantil.
Yeritza Bautista y Daniela Sánchez, de 35 y 38 años respectivamente, al igual que Carmen, forman parte de las sobrevivientes de feminicidio que hay en la Ciudad de México, y que hoy se encuentran en un proceso penal contra sus agresores.
De enero a junio del año 2021, la Ciudad de México gastó más de 5 millones 467 mil pesos para el programa “Promoción Integral de para el Cumplimiento de los Derechos Humanos de las Niñas y Niños” la cual considera la Coordinación General de Administración y la Dirección General de Programación, Organización y Presupuesto que es un programa que atiende a víctimas, contiene perspectiva de género y opera centros de justicia. No obstante, la oficina no reveló cuando presupuesto se le es asignado a la Fiscalía Especializada para la Investigación del Delito de Feminicidio.
Yeritza Bautista y Daniela Sánchez sufrieron de violencia psicológica, física e incluso sexual. A pesar de ellas ganar propiamente su dinero, no disponían de él. A Daniela solo le daba 20 pesos diarios para transportarse a su trabajo y de regreso y a Yeritza de comer le daba porciones mínimas de comida con la justificación de que era lo que le correspondía por la cantidad que aportó.
Ambas vivieron humillaciones, celos, control, amenazas y manipulaciones por parte de sus agresores, además de ahora ambas tener a sus agresores en prisión preventiva por violencia intrafamiliar y el delito de feminicidio en grado de tentativa, aunque ambas están esperando el fallo del juez.
La Fiscalía General de Justicia (FGJ) de la Ciudad de México sufrió un pequeño decremento en sus ingresos a pesar de que la Fiscal General, Ernestina Godoy Ramos, expresó al congreso local que desde el inicio de su administración, en el 2019, los homicidios habían tenido una disminución del 19.4% en homicidios, 11.1% en feminicidios y 18.4% en violaciones.
Godoy consideró un aumento de 2 mil 370 millones de pesos para realizar cambios sustanciales en espacios y herramientas de la fiscalía, aunque no entró en mayor detalle durante la reunión; también agregó que dicho aumento serviría para mejorar las investigaciones.
No obstante, no existe información desglosada por área o dependencia, como en el caso de la Fiscalía Especializada para la Investigación del Delito de Feminicidio, de la cual no hay cuentas claras ni datos abiertos de su presupuesto.
Carmen, Daniela y Yeritza hoy forman parte de las cifras de sobrevivientes de feminicidio, pero no entran en las bases de casos con sentencias definitivas por feminicidio en grado de tentativa, y aunque el agresor de Daniela recibió una condena de 9 años fue por violencia intrafamiliar y aún cuenta con 3 carpetas abiertas. El pasado 6 de septiembre el agresor de Yeritza fue declarado culpable por el delito de feminicidio en grado de tentativa, aunque sigue esperando que se le asigne la condena. Mientras el presupuesto asignado a la Fiscalía Especializada para la Investigación del Delito de Feminicidio no sea público ni transparente, no será posible conocer si realmente han servido los ajustes al gasto.