Por Estrella Pedroza
Ilustraciones de Adán Vega
Pódcast de Gloria Hernández
“Eres diabética gestacional. Si le pasa algo a tu bebé, si se muere, será tu culpa por irresponsable de embarazarte tan chica”. Esas fueron las palabras que Damaris escuchó de uno de los doctores que la atendían mientras ella estaba en trabajo de parto.
El 30 de enero de 2021 se programó el nacimiento por cesárea de su primogénito. La próxima madre tenía 15 años de edad y se encaminaba a la cita más importante de su vida. Nunca imaginó que viviría lo que describe como uno de los episodios más crueles de su vida.
El escenario de lo que pasó a ser el día más esperado a la pesadilla más grande se registró en el Hospital General de Temixco “Enf. María de la Luz Delgado Morales”, ubicado en el estado de Morelos. Es justamente este estado donde se acumula el 37.2 por ciento de los casos de violencia obstétrica del país. Un número que se eleva de la media nacional, que es de 33.4 por ciento, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) realizada en 2016.
“¿Qué haces embarazada y apunto de tener un bebé? ¿Qué hace una niña en un hospital? Tú deberías estar en tu casa jugando o en la escuela tomando clases”, fueron las primeras expresiones de Daniel, el médico que atendía a Damaris en la sala de toco cirugías. La joven -de entonces 15 años de edad- recuerda que se sentía juzgada y discriminada.
Ella trató de omitir cada una de las expresiones revictimizantes y hasta machistas que recibía por parte del personal médico. Lo único que quería era que todo terminara lo antes posible y pudiera tener entre sus brazos a Ismael, su primogénito.
Damaris se enteró de su embarazo -junto con Oliver su pareja de 18 años de edad- el 24 mayo del 2020, tras hacerse una prueba en una clínica particular.
El siguiente paso fue acudir al Centro de Salud de Atlacomulco, situado en la colonia con el mismo nombre, perteneciente al municipio de Cuernavaca, dondé inició su control prenatal. Ahí le recomendaron reposo absoluto y seguir todas las recomendaciones médicas.
Después de un par de visitas, fue enviada al Hospital General de Temixco, lugar donde llevó todo su embarazo.
“Nunca falté a ninguna de mis citas, seguí cada una de las indicaciones, me catalogaron como un embarazo normal y nunca tuve ningún problema durante todo el embarazo”, narra la jovén.
El 23 de enero del 2021, Damarís acudió a revisión. Ese día la ginecóloga Guillermina le programó una cirugía de cesárea para el día 30 de enero, a las 11 de la mañana.
“Me explicó que por el tamaño del bébe (4 kilos con 300 gramos) tenía que ser cesárea porque mi cavidad no podría abrir lo suficiente y además el cordón umbilical de mi hijo estaba enredado en su cuello”.
De acuerdo a especialistas consultados por la familia, desde ese momento pudo tratarse de la ruptura de membranas y -de ser el caso- el bebé pudo estar expuesto a infecciones y condiciones de salud que pudieron afectar su sano desarrollo.
Tres días después, el 30 de enero, las contracciones se intensificaron. Había llegado la hora del parto. Justo a las cinco de la mañana ingresó al hospital para revisión. Ahí le informaron que solo tenía tres centímetros de dilatación, por lo que le recomendaron regresar a casa.
Damaris obedeció las indicaciones médicas, pero a las 9:30 de la mañana ya estaba de regreso, lista para la cesárea que le habían programado para las 11 de la mañana. Ella recuerda que el dolor era insoportable, pero el personal médico no aceptaba ingresarla porque apenas había alcanzado los seis centímetros de dilatación.
Ahí le dieron la noticia, por primera vez, de que el parto ya no sería cesárea, si no natural. Damaris fue canalizada al área de toco cirugías, donde comenzó la historia de violencia.
“Cuando me ingresaron me dejaron parada en una esquina y solo me decían que me agarrara de un tubo”, ese tubo era lo único que ella tenía como atención contra el dolor provocado por el trabajo de parto. Los médicos pasaban a su lado e ignoraban sus lamentos.
Después de seis horas de estar de pie, un médico llamado Daniel se acercó a ella:
“¿Cuántas citas tuviste en este Centro de Salud?, ¿Fue planeado tu embarazo?”, Damaris respondió con normalidad y de un momento a otro el doctor cambió su tono de voz y añadió: “¿Qué haces embarazada y apunto de tener un bebé? ¿Qué hace una niña en un hospital? Tu deberías estar en tu casa jugando o en la escuela tomando clases, ¿Cómo es posible que una niña de 16 años este embarazada?”.
“Me lo dijo de manera ofensiva y en tono burlón, como si estuviera molesto. No sé si por mi embarazo o por mi edad. Yo me sentí discriminada por mi edad y por estar embarazada; estaba desconcertada, no entendía el motivo de su enojo y repugnancia hacia mi persona”.
Pero el trato nada ético del doctor hacia la joven madre no paró ahí. Daniel lanzó otra frase que hasta ahora vive grabada en su memoria:
“Eres diabética gestacional, si le pasa algo a tu bebé, si se mueres será tu culpa por irresponsable de embarazarse tan chica”, Damaris solo guardó silencio.
“Sentí mucho miedo, me sentí insegura y me preocupé. No dije nada por temor a que no me atendiera”.
Las expresiones de burla hacia la joven de 15 años que estaba por convertirse en madre no pararon. Entre las horas que transcurrían, los médicos cambiaban la decisión del parto, hasta que a las 9 y media de la noche, un médico pasante y una doctora revisaron los signos de Damaris y de su bebé.
Ambos presentaban un cuadro de taquicardia. Además, el bebé había defecado dentro del vientre y muy probablemente había ingerido los desechos.
Casi doce horas después de que ingresó al hospital, el personal médico por fin comenzó a preparar todo para realizarle una cesárea de urgencia.
Ismael nació a las diez de la noche con 18 minutos. Su madre apenas pudo verlo de reojo mientras los médicos se lo llevaban para asearlo. Una hora y media después por fin pudo tener a Ismael entre sus manos. Los doctores le dijeron que el bebé se encontraba sano.
El susto de que hubiera comido su propio excremento parecía haber quedado solo en eso: un susto. Los médicos le decían a la nueva madre que el bebé estaba fuera de peligro. Una hora después, una enfermera le pidió a Damaris que amamantara por primera vez.
Esto pese a que expertos que la familia consultó posteriormente afirmaron que cuando un bebé ingiere meconio (excremento) dentro del vientre de la madre deben mantenerse en ayuno por un periodo de 12 a 24 horas, por la posibilidad de que el bebé pueda broncoaspirar.
Ismael no lograba pasar el calostro.
De la negligencia a la muerte
A la una con treinta de la madrugada, Damaris e Ismael fueron enviados a piso. Mientras el camillero los trasladaba una enfermera lo cargó y notó que el bebé no respiraba bien. Se lo llevó de inmediato a pediatría para revisión. Desde ese momento la joven de 15 años no supo más de su bebé.
Daniel, el mismo médico que la había llamado “diabética gestacional”, regresó a la camilla de Damaris. No le dio noticias de cómo se encontraba el recién nacido. Solo se acercó para volver a ofenderla, antes de autorizarla ir al área de pediatría.
“Esto pasó por irresponsable. Porque no te cuidaste. Ahora ve a ver cómo está tu bebé”.
Finalmente, Damaris fue al área de pediatría para ver a Ismael y le habló.
“Le dije que le echara ganas. Que él era fuerte como yo. Le dije que lo único que quería era salir con él del hospital”.
Mientras Damaris se recuperaba del parto, su madre, Osiris, exigía al personal médico que le explicaran por qué su nieto estaba entubado. Pese a que exigió hablar con el subdirector del hospital, nadie atendió sus peticiones.
Nadie le daba información de todo el personal médico que atendió a su hija. Ella comenzó a acusarlos por negligencia médica y por haber discriminado a su hija por ser madre a corta edad. Pero la única respuesta que le dio el hospital fue que no había registro alguno de quiénes atendieron a Damaris y que tampoco había cámaras de vigilancia.
Cuando el subdirector por fin aceptó hablar con la madre de Damaris, las enfermeras la llamaron para informarle que el bebé estaba muy delicado y que estaba a punto de morir.
“Fui con mi hija. Le dije que necesitaba ver a su bebé porque ya estaba muy malito”. Apenas llegaron al área de pediatría, Damaris cargó a Ismael y en ese momento el bebé dio el último suspiro.
Ismael murió exactamente a las 18:12 de la tarde. Vivió aproximadamente 18 horas. La causa de la muerte de fue hipertensión arterial pulmonar, neumonía en útero, asfixia perinatal y encefalopatía hipóxico isquémica (falta de oxígeno y sangre en el cerebro inmediatamente antes o durante el nacimiento), según lo establece el certificado de defunción emitido por la Secretaría de Salud con número de folio 210650443.
Damaris le tenía preparada una cuna para cuando saliera del hospital, no un féretro.
“Mi hija no fue atendida por más de 14 horas. La discriminaron y cometieron negligencia médica por eso no descansaremos hasta lograr que sancionen a los responsables y le retiren su cédula al doctor Daniel”.
Sufrí violencia obstétrica… ¿y ahora qué?
En el estado de Morelos cuando una mujer sufre violencia obstétrica, en la mayoría de los casos, se enfrenta primero al desconocimiento de que ha sido víctima de un delito, posteriormente se enfrenta al desconocimiento de las medidas o instancias a las que puede recurrir y a la falta de información disponible donde se brinde algún tipo de apoyo.
Si una mujer googlea “¿Que hacer en caso de enfrentar violencia obstétrica en Morelos?” Las únicas referencias que se despliegan son la liga al sitio del Instituto de las Mujeres para el Estado de Morelos (IMM) donde aparece el Modelo de Atención Único (MAU) del Sistema Estatal para la Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de las Violencias contra las mujeres. Sin embargo, la única referencia sobre este tipo de violencia figura en apenas 10 líneas en la página 5 y únicamente remite a los teléfonos de atención en IMM.
Tampoco está disponible, en ningún lugar, ni en línea, alguna guía de acciones a seguir en caso de sufrir este tipo de violencia por ello es muy complicado que las mujeres como Damairs puedan acceder a la justicia.
La familia de Damaris ha logrado documentar que el Hospital General de Temixco “Enf. María de la Luz Delgado Morales” enfrenta varios casos de negligencia médica en partos y violencia obstétrica.
Según lo reportaron medios locales, el 30 de enero de 2021, este caso fue evaluado por el Consejo Médico del Servicio de Salud de Morelos (SSM) pero hasta ahora se desconoce si fue resuelto de manera interna o si existío algún tipo de sanción.
Aunque Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad buscó al SSM, hasta el cierre de esta edición no accedieron a contar su lado de esta historia de violencia obstétrica.
Damaris y Osiris buscaron asesoría legal e iniciaron un proceso legal en contra del personal médico del Hospital General de Temixco, así como de la institución de Servicios de Salud Morelos (SSM) por los delitos de homicidio, discriminación; así como abandono, negación y práctica indebida del servicio médico, delitos previstos en el Código Nacional de Procedimientos Penales.
Además de los delitos que resulten por la violación a derecho derecho a la salud e integridad física, tanto de Damaris como de Ismael.
La denuncia fue presentada el 16 de febrero de 2021 ante la Fiscalía Especializada en Delitos Cometidos en contra Niños y Adolescentes perteneciente a la Fiscalía General del Estado de Morelos (FGE).
Tikvah Batperekh Arias Ocampo, abogada que asesora a madre e hija, detalló que como parte de la denuncia pidieron a la Fiscalia que solicitar el expediente médico-clínico de la víctima para que de esa forma se estableciera quienes participaron en todo el proceso y el nivel de responsabilidad y se definan si hubo lesiones prácticas indebidas.
Además, se solicitó que la FGE pidiera el video captado por las cámaras de vídeo vigilancia el día 29 y 30 de enero.
“Damaris enfrentó una situaciónde discriminación, ya que apesar de que ella estaba apunto de tener a su bebé fueron privilegiadas otras mujeres embarazadas mayores que ella que inclusó llegaron mucho después que ella”, declaró la abogada que lleva el caso.
Sin embargo la Fiscalía no ha atendido en tiempo los requerimientos de la abogada. Por ejemplo, los oficios para la recuperación de los vídeos de la cámara de vigilancia, que serían presentados como pruebas de qué personal estuvo involucrado, fueron solicitados muy tarde.
“Las autoridades de Salud respondieron que el material se guarda únicamente por tres meses y debido a que se rebasó ese periodo de tiempo ya no es posible acceder a ellos, es decir se permitió que se perdiera esa evidencia”, dijo la abogada.
Hasta ahora, lo único que se ha logrado obtener es el expediente médico-clínico, entregado por SSM, estableciendo a más de 20 personas entre personal médico, de enfermería y especialistas que de alguna forma tuvieron algún tipo de contacto con Damaris.
“Sorpresivamente no figura el médico Daniel que es el único al que las víctimas ubican como uno de los responsables de la discriminación y el resto de las omisiones (...) podria ser un encubrimiento”, indicó.
De la muerte de Ismael ha pasado más de un año y a la fecha no se ha logrado sentenciar a nadie por la negligencia médica reportada.
La abogada aseguró que la Fiscalía de Morelos básicamente quiere que las víctimas, que no son especialistas en la materia, hagan su trabajo.
“Nosotros no tenemos la formación para poder determinar qué médico, ginecóloga, enfermera o especialista podría tener responsabilidad y existe un riesgo de que dejemos fuera a una persona y que, conforme se desarrollen las investigaciones, resulte que si tenía responsabilidad”.
La respuesta de la defensa legal del Damaris fue solicitar nuevamente al Ministerio Público que sea ella, con el apoyó de los médicos legistas de la FGE, quién individualice y establezca el grado de responsabilidad.
De acuerdo al Código Nacional de Procedimientos Penales en el artículo 131, se establecen perfectamente las obligaciones y las herramientas con las que cuenta el Ministerio Público para llevar a cabo las investigaciones.
Hasta el cierre de esta edición, el MP no ha dado respuesta de cómo abordará definitivamente la investigación.
Morelos cuenta con un Agencia del Ministerio Público Especializada en Delitos Sexuales, una Fiscalía Especializada en la Investigación y Persecución del Delito de Feminicidio, dos Centros de Justicia para las Mujeres y seis Fiscalías Especializadas en Delitos Sexuales, lo que se traduce a solo 10 dependencias para atender a todo el universo de mujeres que radican en esta entidad, que son más de un millón. La mayoría de estas instancias están centralizadas en Cuernavaca.
En este estado, la prevalencia de delitos en mujeres es mayor, ya que por cada 100 mil habitantes 24 mil 817 mujeres sufren algún tipo de delito, en comparación a los hombres, con una estimación de 23 mil 525.
Las mujeres morelenses apuntan que dentro de los tres delitos más frecuentes que experimentan, en el segundo lugar se encuentran los delitos que incluye secuestro o secuestro exprés, delitos sexuales, tales como hostigamiento, manoseo, exhibicionismo, intento de violación y violación sexual.
Arais Ocampo, abogada consultada para esta investigación, consideró que existen dos motivos importantes y decisivos que provocan que las investigaciones de delitos se retrasen por más de un año.
“Hay omisión y negligencia (en las investigaciones). También hay falta de recursos económicos, herramientas y personal en la Fiscalía. En repetidas ocasiones su titular ha expuesto la necesidad de un incremento presupuestal para ascender a mil millones de pesos”.
Sin embargo, del presupuesto total que recibe dicha dependencias únicamente se destina el 2 por ciento para atender delitos contra las mujeres. Actualmente existe una queja iniciada por oficio en la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Morelos (CDHEM).
La violencia obstétrica ha marcado generaciones en Morelos
Eleazar, Oriris y Damaris, son mujeres de distintas generaciones de una misma familia. Las tres fueron marcadas por la violencia obstétrica durante sus partos en hospitales del servicio público de Morelos, son parte de las estadísticas sobre violencia obstétrica ocurrida en ese estado.
La madre de Damaris también tenía 15 años de edad cuando dio a luz a su primera hija y, como si se tratara de un discurso ya establecido, Osiris escuchó las mismas palabras que años después escucharía su hija al dar a luz.
“Me dijeron que haces teniendo un bebé si eres una chamaca (...) Casi en todos los hospitales del Servicios de Salud hay violencia y falta de empatía hacia las pacientes. Hay discriminación y de todo te regañan, te cuestionan y te hacen sentir insegura”. Narró Osiris quién también nació en condiciones similares.
Cuando se habla de violencia contra la mujer se suele pensar en primer lugar en delitos sexuales o feminicidios, pero también existe otro gran delito que sufre la mayoría de las madres.
Una donde las palabras hirientes y revictimizantes abundan. Donde expresiones como “¿Para qué abrias las patas?”, “Pero bien que cuando lo estabas haciendo no te dolía”, “Aguantese, así duele, ni modo”, entre muchas otras frases, son lo primero que escuchan las mujeres embarazadas mientras son “atendidas”.
Sentencias que asustan a cada una de las mujeres que las escuchan, que las intimidan, que las vuelven parte de la estadística de las víctimas ignoradas de la violencia obstétrica.